Keith Flint, cantante de ‘The Prodigy’, se suicidó

ESPECTÁCULAR. El cantante de The Prodigy Keith Flint durante un concierto en Carhaix, Francia. (EFE)
ESPECTÁCULAR. El cantante de The Prodigy Keith Flint durante un concierto en Carhaix, Francia. (EFE)

Redacción LONDRES

EFE

Tatuajes, crestas de colores, piercings y estrafalarios atuendos eran la carta de presentación de Keith Flint, cantante del grupo británico The Prodigy, que ayer, con 49 años, decidió terminar con su paso por este mundo.

Así lo confirmó la policía de Essex (este de Inglaterra) y más tarde su “hermano” musical Liam Howlett, que se encuentra “jodidamente cabreado” por la muerte de Flint. Fue de la mano de Howlett, allá por 1989, como empezó su dilatada carrera musical, en la que llegó a vender treinta millones de discos.

Los dos británicos se conocieron en una fiesta “rave” (del verbo inglés “to rave”, delirar, derivado a su vez del sustantivo francés “reve”, sueño), y eran conocidos por sus desenfrenos y música “underground”.

Ambos conectaron rápidamente al ver que compartían su gusto por la música electrónica “dura” y diferente.

Así nació el grupo

Ese fue el germen de The Prodigy, donde durante los primeros seis años Flint, nacido al este de Londres en 1969, actuaba solo como bailarín.

Con el vocalista y rapero Maxim como tercera pata de la agrupación, 1996 supuso un antes y un después para una banda que hasta ese momento se había desenvuelto en la marginalidad.

Y fue gracias a la letra y voz de Flint con el single “Firestarter”, como el trío terminó de despegar y el bailarín paso a convertirse en su buque insignia. La canción destronó de las listas de éxitos a “How Deep is Your Love” de “Take That” y vendió más de 600.000 copias en el Reino Unido. La actuación de Flint en el vídeo musical del tema en blanco y negro era tan escalofriante que las televisiones acordaron no emitirlo antes de las nueve de la noche porque aterrorizaba a los niños.

Primero en las listas

A pesar de su salto al mundo “mainstream”, su música no se vio nunca sometida a los caprichos de las modas musicales y se mantuvieron fieles a su estilo, inclasificable dentro de los géneros convencionales. Todo un triunfador.