Desinformado

Mariana Velasco

Ejercer el voto desinformado es ser analfabeto funcional, al carecer de capacidad de análisis crítico, leer entre líneas, argumentar y debatir. Se fermenta y crece un panorama electoral donde propuestas, discurso, ambigüedad, planes de trabajo, poca o nula difusión de los mensajes, son cómplices de la desinformación.

La tendencia de muchos expertos y politólogos es culpar a la ignorancia y a la falta de información del votante, del triunfo de los populismos, nacionalismos y otras victorias electorales inesperadas. El desconocimiento y la desinformación son peligrosas, llevan a la toma de decisiones en función de fenómenos del entretenimiento.

Si el sufragio en Ecuador no fuese obligatorio, tendríamos ciudadanos mejor informados. Se dice que es mejor no sufragar, porque los que aspiran a cargos públicos de elección popular llegan a robar o porque nunca ganan los buenos. Se necesita que se vote por candidatos honestos y preparados.

¿Quiénes son honestos? En el mundo digital hay elementales ejercicios: buscar fuentes de información, chequear los programas de gobierno en plataformas oficiales (CNE y partidos políticos), comparar los discursos con los hechos, debatir en familia, y analizar historiales del aspirante y del partido o movimiento político. Informarse bien es deber y derecho del ciudadano.

La democracia es legítima, si los que eligen como los elegidos, tienen formación y experiencia mínimas. De otra forma estamos en manos del que mejor consiga manipular a los más manipulables. Se corre el riesgo de que se convierta en una bomba, donde es más fácil votar en función de sentimientos irracionales como el odio, furia o pasión. Una herramienta que, si deja de funcionar, habría que sustituirla por otra mejor.

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