Terror

Freddy Rodríguez

El mundo se sacude nuevamente por el terror. En Nueva Zelanda, en dos mezquitas de una pequeña ciudad, cincuenta personas fueron vilmente asesinadas por un fanático irracional, de aquellos que pululan por el mundo destilando odio, venganza, frustraciones, muchos dispuestos a inmolarse en aras de un ideal, por una religión.

El atacante ha sido identificado como Brenton Tarrant, australiano, de 28 años, quien ya se había manifestado en las redes sociales mediante un comunicado lleno de odio en contra de los musulmanes y, en general, de todos los inmigrantes.

El atacante pertenece a esa perversa “ideología” de los “supremacistas blancos”, que consideran a su raza superior a todas las demás, al más puro estilo de los nazis, causantes del más grande genocidio que recuerde la historia ¿Hasta cuándo tendremos que soportar esta barbarie? ¿Con qué tranquilidad las personas pueden ingresar a una iglesia, asistir a un teatro, subirse a un tren, a un avión, si siempre será posible que un fanático haya decidido que ese día, a esa hora y en ese lugar, acabará con la vida de personas a quienes ni siquiera conoce, pero que son parte de una raza o una cultura que detesta, o, con su acto irracional, pretende poner en alto sus propios valores y anhela fervientemente imponerlos sobre los demás. Tan criticables son los atentados terroristas perpetrados por los fanáticos del Estado Islámico o de cualquier otro grupo, como aquellos que provienen de un demente con otra ideología.

Los países con gobiernos democráticos deben aunar esfuerzos para detener esta vorágine demencial pero, por las características de la lucha y por la existencia de estos “solitarios”, dispuestos a atacar en cualquier lugar y en cualquier momento, la eliminación de la violencia parece, por lo pronto, una quimera.

Como consecuencia, el terrorismo genera a su vez sentimientos de venganza, y ya lo anuncian los grupos terroristas supuestamente “ofendidos” por la masacre. Ejemplar ha sido la reacción de los pobladores de la ciudad en donde están situadas las mezquitas, reunidos en paz, manifestando a viva voz que “nadie los dividirá”, condenando con firmeza la xenofobia y el terrorismo.