¿Nuestro voto es racional o emocional?

Andrés Ontaneda

Loja tiene una cara distinta esta semana, algunos la verán alegre, muchos triste, otros con inconformidad, otros con resignación, etc. Tenemos nuevos representantes en las administraciones públicas locales, donde su discurso, sus intenciones, y ofertas de campaña sólo serán evaluados con el tiempo.

Pero, ¿cómo la ciudadanía eligió a sus nuevos gobernantes?

Muchas de las personas asumimos que tomamos las mejores decisiones en nuestra vida y somos tan racionales que siempre elegimos lo mejor para nosotros, sin embargo, científicamente Damasio demostró que no somos solamente racionales, sino somos seres con raciocinio, es decir, elegimos con razón y emoción, en la política no se escapa de esto.

Cuando una persona asiste a votar mantiene una gran cantidad de información receptada en su cerebro de las diversas campañas electorales, para legitimar su voto debe estar 100% seguro a quién lo asignará, previamente, de manera inconsciente esta persona procesa esta información con su punto de vista “político” y da esta información por aceptada o rechazada según sus creencias.

El poder político del lenguaje es fuerte al momento de ganar electores, y las emociones que generen estas pueden abrir el camino a confirmar nuestros pensamientos preconcebidos o también nos puede llamar a la reflexión de nuestras creencias adquiridas a lo largo de la vida. Es decir, se comprueba que el ser humano no es un ser racional con emociones, sino seres emocionales que razonamos.

Las condiciones genéticas, sociales, culturales, de educación, experiencia, juegan un papel trascendental al momento de elegir un actor político, pero solamente será nuestra verdadera conciencia que nos dirá por qué lo elegimos y como decía Einstein: “Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”. (O)

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