A la hora de escoger

Rosalía Arteaga Serrano

No, no voy a referirme a procesos electorales o a alguna candidatura; para la hora en que este editorial se publique, ya sabremos cuáles han sido los resultados electorales y tendremos noticia cierta sobre los nuevos alcaldes y prefectos, así como otras autoridades locales. Eso es ya parte del pasado.

A lo que quiero referirme es a la decisión que los jóvenes ecuatorianos deben tomar a la hora de elegir una carrera, un área de estudios, luego de terminar su bachillerato. Un momento crucial en proceso de su formación.

Antes, en la época en que estudiábamos, ya había una inclinación dada por un bachillerato en el que teníamos que escoger un área, sea químico-biólogo, físico-matemáticos, sociales, comercio, etc. Luego venía la decisión personal, ¿cómo quiera que se presentase? ¿Cómo vocación personal? ¿Cómo influenciada por padres, amigos, familiares y maestros?

En los tiempos que corren, con la forma en que se da el ingreso a las universidades, no se trata solo de una escogencia personal, sino de los cupos que existan en las universidades y centros de educación superior, y también del puntaje obtenido.

Ese puntaje definirá si el estudiante se matricula finalmente en una de las opciones que coloca en su lista, y va a depender de esa calificación obtenida el si opta por carreras tan diversas como medicina, robótica o administración de empresas.

Una de las preocupaciones que nos embarga es si realmente lo vocacional es atendido. Otra interrogante es si esto influye en la alta deserción escolar que se presenta en las universidades ecuatorianas y en la calidad de profesionales que la universidad produce. Las respuestas deberían ser bien fundamentadas y prontas. El futuro del país está en juego.

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