De la política heredamos…

Mariana Velasco

De los griegos, inventores de la polis y la política, somos beneficiarios de formas distintas de asumirla. La una, como empresa colectiva y autorregulada en la que cada ciudadano cuenta, siempre en la búsqueda de su felicidad. La otra, como engaño y manipulación, llena de trucos y mentiras para tener o retener poder, donde lo que menos importa es la gente. Sintetiza lo ocurrido el 24M.

A esto se suma el papel del dinero y las permanentes dudas sobre la capacidad de representación de sus políticos. Es el eje central de las diferencias entre representantes y representados: políticos cada vez más ricos y ciudadanos cada vez más pobres. Esta brecha, de la cual no se habla, es una razón histórica para entender a los populismos.

No justifico, elegir opciones personalistas cuyo nivel de vida, preocupaciones y expectativas poco o nada tienen que ver con la vida cotidiana del ciudadano de a pie. Esta es la fisura entre una clase política de ricos y famosos de una población que no lo es, dentro de un contexto en el cual la personalidad de los candidatos, reemplaza propuestas concretas.

La miseria, injusticia y pobreza solo pueden ser derrotadas por un mito político viviente y no por un conjunto, un menú de promesas que los ciudadanos pueden elegir o rechazar. Cuando la política se personaliza, se evita hablar de diferencias y problemas más profundos que afectan la vida de la gente. Quizá, esto ayude a entender el por qué la conmoción de las élites ante el triunfo de candidatos ‘outsiders’.

la mayoría de los políticos, presenta un estilo de vida muy diferente, alejado de las duras obligaciones del trabajo cotidiano y asalariado. El mundo de la política, el dinero y el espectáculo están cada vez más relacionados, o al menos esa es la realidad que ellos nos muestran.

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