La bisagra de una justicia desaparecida

Diego Cazar Baquero

El pasado 15 de marzo, la Defensora del Pueblo, Gina Benavides, dirigió a la Fiscal General del Estado (e), Ruth Palacios, el Informe de Verificación de Derechos Humanos en la empresa japonesa Furukawa Plantaciones C.A. del Ecuador, del 18 de febrero de 2019. En el documento se verifica la indignidad a la que por lo menos 200 agricultores abacaleros y sus familias han sido sometidos desde 1963. Según el último censo del Registro Civil, de 143 personas en los campos de abacá, apenas 34 tienen un documento de identidad vigente. Los demás existen a medias o no existen. Y no tener identidad es una forma de desaparecer.

Con la designación de Diana Salazar como la nueva Fiscal General del Estado, el pasado 1 de abril, casos como este deben llamar la atención que merecen por parte del sistema de Justicia. La flamante funcionaria designada ha resaltado su preocupación por casos vinculados con corrupción, violencia de género, narcotráfico, y violación de Derechos Humanos.

Pues, entonces, sus primeras cartas están a la vista: la muerte de los soldados Luis Mosquera, Jairon Sandoval, Sergio Elaje y Wilmer Álvarez; el secuestro y asesinato del equipo de diario El Comercio, y de Oscar Villacís y Katty Velasco, entre marzo y abril de 2018, la confusa muerte del soldado Wilson Ilaquiche, todos en manos de criminales de las FARC, continúan impunes; hace más de cinco años que la desaparición de David Romo no tiene respuestas. Hace siete Álvaro Nazareno desapareció de una sala de hospital. Hace ocho años Isabel Cabrera busca a su madre, Leonor Ramírez. Los casos de Gustavo (1990), Alexander (1994), Geovanna (2010), Telmo (2011), Juliana (2012), Camilo (2012), María Beatriz (2016), Michelle (2018), Luis Daniel (2018), Natalia (2018), y más de 4.000 seres humanos desaparecidos en este país, igual que su sistema de justicia, solo reciben negligencia y humillaciones.

La bisagra que supone el nombramiento de la nueva Fiscal General representa la oportunidad de apartarse de la burda revancha política y de devolver la mirada a la gente de a pie.

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