Karla Jaramillo Puertas y su anécdota de leer 'La Pelea'

La riqueza de la lectura lleva a lugares mágicos como trágicos.

Karla Jaramillo Puertas. • Una de las experiencias gratificantes que he tenido con mis sobrinas es la lectura de cuentos. Disfrutaba hacer voces o gestos para ‘graficar’ lo leído. Así, en el ‘Flautista de Hamelín’ silbaba mientras movía los dedos aparentando tocar una flauta o con voz gruñona imitaba a las ratas de la alcantarilla donde cayó el Soldadito de Plomo; cualquier recurso era improvisado con tal de hacer la lectura más entretenida.

‘El traje del Emperador’, ‘Pulgarcito’, ‘Alí Baba y los 40 ladrones’ y más, formaron parte de nuestro repertorio de libros leídos. Pero, aquellos textos pasaron a un segundo plano, mientras fueron avanzando en edad, para deleitarnos de textos con otro argumento narrativo. De esta forma, llegamos a ‘La Pelea’, del ecuatoriano Francisco Delgado Santos. En aquella ocasión leía el cuento solo con Sofía, quien ya sabía leer, por lo que descifrábamos cada una un párrafo o página, según el acuerdo que efectuábamos previamente.

‘La Pelea’ relata la experiencia de David Heracles Ordoñez, cuando cursaba el noveno C, en el colegio San Ambrosio. Tuvo que enfrentar a “puñetes” a Erick Fernández, apodado ‘Terminator’, “el más grande y rudo de sus compañeros, el que lo había fastidiado y humillado desde hace años”.

La obra es ambientada en las aulas y patio de un colegio, donde la mayoría de los adolescentes tenía un sobrenombre, dependiendo de sus características o mañas. Es así como aparece: ‘Tragamocos’, ‘Renacuajo’, ‘Vacacar’, ‘Figurín’, ‘Papa con maqueño’… Los maestros no se salvaban: ‘Cuchi López’ le decían al profesor de Matemáticas, ‘Purapose’ al de Lenguaje y Comunicación; hasta al sacerdote del plantel lo bautizaron como ‘Melloco’, por bajito, lleno de granos y “baboso”.

Al protagonista del cuento le pusieron ‘El Poeta’, por sus habilidades al escribir. No faltaba ocasión para que ‘Terminator’ aproveche para fastidiarlo diciéndole: “Qué hubo, ‘Poeta’. ¿Me agarras la palanqueta? ‘Poeta’, ‘poeta’ ¿me sostienes la escopeta?” y más provocaciones por el estilo. La Pelea nos llevó un par de días leerlo. Lo hacíamos en las noches, y a la mañana siguiente recordábamos lo que más nos llamó la atención.

De paso a la sensibilidad
Estábamos en la mitad del libro, cuando las aventuras colegiales y anécdotas pasaron a un segundo plano, para descubrir la triste vida de David Ordoñez. Un niño que fue arranchado por su progenitor de los brazos de su madre y entregado a su abuela paterna, convirtiéndose para el pequeño en la abuela que fue papá y mamá.

La narrativa empieza a tornarse dolorosa. Tal vez no para mi sobrina, que tendría unos 8 años, pero sí para uno como adulto, que entiende o imagina el hecho de ser separado abruptamente de la madre y luego de la abuela, quien se había convertido en un todo para David. A quien trasladaron a vivir en otra ciudad, ya que su progenitor se volvió a casar y su voluntad fue que su hijo viva con ellos, aunque eso nunca garantizó que formará parte del nuevo hogar. “Ese día fue el comienzo del fin de la salud de la abuela. Su fortaleza se derrumbó y entró en un estado de depresión que la llevó a la tumba poco tiempo después”.

Al entrar en esos capítulos mi sensibilidad se puso a flor de piel mucho, más cuando David reclamaba la presencia de su abuela luego de que su papá le dio tremenda paliza por haber obtenido una mala calificación. “Abuela, abuela, abuela exclamó David minutos más tarde, cuando estuvo en su habitación, con una sensación de soledad y desamparo que le hizo desear irse lejos, muy lejos de ahí. Abuela -clamó una vez más- ¿Por qué me separaron de ti?”.

Tenía las lágrimas contenidas -no solo por lo relatado sino, porque pensaba en la relación de mis sobrinas con mi mamá- hasta que leí el poema que David le escribió a su abuela:

El día en que nos separaron algo se fracturó en mil pedacitos:

¿sería mi corazón, querida abuela? Yo era como una rama de tu tronco y ahora no soy nada.

Es tarde y tengo frío. la noche se ilumina con los astros y en ellos se dibuja tu figura de madre, hada y abuela, ¡mama-ha-buela!

¿Cómo estás de salud?
¿Aún madrugas?
¿Me piensas?
¿Te hago falta?

Extraño tu rompope con canela, tu crema catalana y tus abrazos de algodón de azúcar. Pero, más que eso, extraño esa figura de gigante bueno en que te convertías cuando alguien intentaba hacerme daño.

¿Cuándo vienes a verme mamahabuela?

Terminé el poema hecha un mar de lágrimas. ‘Sofí’ me interrumpió preguntándome si estoy bien y sugiriéndome que será ella quien lee… Luego de la explosión de emociones terminamos riéndonos, guardando como una bella experiencia la anécdota vivida al leer ‘La Pelea’.
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Biografía
Francisco Delgado S.

° Nació en la ciudad de Esmeraldas en 1950; sin embargo, fue inscrito en Cuenca, lugar donde vivió hasta los 5 años. A los 6 fue llevado a Quito, donde reside hasta ahora. Ha vivido en Estados Unidos, Brasil y Colombia.

° Entre los temas que aborda en las 50 obras de su autoría son: afecto familiar, la figura del padre, el poder de la literatura como exorcizador y transformador de vidas, y la importancia de la amistad.

Entre los cargos que ha desempeñado constan: viceministro de Cultura del Ministerio de Educación y Cultura del Ecuador (1994-1995), consultor del Banco Mundial para el Programa de Fortalecimiento de la Lectura

° Director de varias colecciones literarias para niños en editoriales del país y del exterior. Dirigió el proyecto para la Maestría en Literatura Infantil y Juvenil en la Universidad Técnica Particular de Loja.

Director de varias colecciones literarias para niños en editoriales del país y del exterior. Dirigió el proyecto para la Maestría en Literatura Infantil y Juvenil en la Universidad Técnica Particular de Loja.