Machu Picchu encuentra en el reciclaje el camino para su salvación

Hechos. En la ciudad de Machu Picchu se emprenden acciones educativas dirigidas a los pobladores y de los visitantes. (EFE)
Hechos. En la ciudad de Machu Picchu se emprenden acciones educativas dirigidas a los pobladores y de los visitantes. (EFE)

Se recicla el 100% de la basura que es transformada en biodiésel, glicerina y biocarbón.

Redacción PERÚ

EFE

La formidable ciudadela peruana de Machu Picchu ha encontrado en el reciclaje, la sustentabilidad y la economía circular el camino para su salvación frente al acoso que supone la explotación turística y los residuos que asedian este Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Autoridades, pobladores y las empresas Grupo Aje e Inkaterra inauguraron la pasada semana una planta de tratamiento de residuos orgánicos que permitirá procesar las 8 toneladas de deshechos diarios que genera el turismo y convertirlas en biocarbón, un poderoso fertilizante que se empleará para impulsar la reforestación del parque natural que alberga la ciudadela.

Esta planta se une a otras dos que ya existen en la zona. La una se encarga de transformar en biodiésel y glicerina el aceite usado por 200 hoteles y restaurantes que operan al pie de las ruinas y otra que compacta los cientos de kilos de plásticos que dejan cada día los 4.000 visitantes que acceden al área protegida del santuario.

Reciclaje eficiente
De este modo, Machu Picchu será la primera comunidad en Latinoamérica en reciclar el 100% de sus residuos sólidos y convertirlos en “un recurso en lugar de un problema”, y su población en “un modelo de ciudad sostenible”, como apuntó Jorge López-Dóriga, director ejecutivo de Comunicaciones del Grupo Aje, multinacional peruana dedicada a las bebidas.

La iniciativa, contó Liza Masías, responsable de mercadeo de la cadena de hoteles ecológicos Inkaterra en Perú, surgió como respuesta inmediata a la posibilidad de que la Unesco retirara a Machu Picchu su estatus de Patrimonio de la Humanidad, debido al mal manejo de sus residuos.

“En ese momento dijimos que había que hacer algo rápido y hemos conseguido el éxito de que esa amenaza desapareciera. El turismo continúa con un pueblo más limpio”, afirmó.

En ese sentido, Masías reafirmó la importancia cada vez mayor que tiene para las empresas incorporar la sostenibilidad ecológica de sus proyectos, algo que tiene “un costo mínimo”, pero que redunda ampliamente en sus resultados.

Hacia una economía circular
El problema ambiental y de preservación arqueológica del impresionante monumento no es menor, ya que el santuario está ubicado en un área remota de la selva montañosa tropical peruana, cuyo único acceso es por ferrocarril.

La afluencia de turistas, que se multiplicó desde que Machu Picchu fue seleccionado como Patrimonio de la Humanidad, constituye uno de los principales motores económicos de Perú, que difícilmente podría prescindir de los ingresos que genera la explotación del santuario.

Así, según indicó Albina Ruíz, viceministra de gestión ambiental del país andino, las políticas públicas apuestan por impulsar la economía circular, lo que incluye al turismo.

“Tenemos que trabajar dos temas: el consumo y la producción sostenibles. Hay que cambiar de mentalidad, se debe consumir productos que sean reciclables o reutilizables, y el productor tiene que hacer productos que duren más en el ambiente”, afirmó.

En ese sentido, apuntó que Machu Picchu como recurso económico “natural” de Perú, no podría sobrevivir “de ninguna manera” si se explotara sin tener en cuenta principios sostenibles.

“No podemos de ninguna manera sacar recursos naturales, producir y tirar, la cosa no da para más (…). Hemos tirado de la naturaleza más de lo que puede procesar”, añadió.

Más control
° Desde la cima de la montaña donde se asienta la ciudadela, el arqueólogo José Bastante, jefe del parque nacional y responsable de la reserva cultural y natural, coincidió con la necesidad de equilibrar la explotación con la preservación.

“Tenemos un número de visitantes en aumento, pero ese número tiene límites: será el momento en el que se empiece a dañar el sitio. En primer lugar está la conservación, su valor universal excepcional no puede ser afectado y, en segundo lugar, la satisfacción de visitante, y para eso hay estrategias”, manifestó.

Con controles y normas “más precisas”, como el ordenamiento de las entradas con horarios y circuitos fijos, aún queda “Machu Picchu para rato”, añadió el arqueólogo, ya que son medidas que “el mundo tiene que entender”.