Se requiere salvar a Esmeraldas

EDGAR QUIÑONES SEVILLA

Algunos creen que el Gobierno Nacional nos causó un daño irreparable cuando en la década del 70 escogió a Esmeraldas para instalar la refinería de petróleo, con el criterio de que la poderosa empresa iba a coadyuvar al desarrollo provincial y promover el empleo de mano de obra local, ante la suspensión de la exportación de banano. Los hechos se encargaron de señalar otra realidad y el problema prosigue.

Aconteció que esta población erigida por los conquistadores españoles, empezó por convertirse en la más cara del Ecuador. Nos ofrecieron engalanar el casco urbano, dotarnos de agua potable, mejorar los locales escolares, los escenarios deportivos y una vía de primer orden para empalmar con Atacames, Tabiazo y otros poblados. Se dijo que nos pondrían filtros adecuados para controlar los desechos sólidos y los gases, pero tampoco se cumplió.

La mano de obra común no se contrató con personal nativo en la medida que era de esperarse y hasta obreros no calificados fueron traídos de otros lugares. Es decir, que en los últimos 50 años hemos avanzado como tortuga y hemos recibido males con la velocidad que la peste negra, en la antigüedad, llegaba a los pueblos y dejaba muy pocos humanos vivos para que cuenten la desgracia.

Ahora nos ha visitado otro mal, procedente de la hidroeléctrica Manduriacu, establecida entre Imbabura y Pichincha, pero que descarga sus desechos de lodo en afluentes del río Esmeraldas, conduciéndolos hasta San Mateo, donde el agua contaminada es introducida en la planta de captación y se procesa el agua potable de la cual se abastecen los cantones Esmeraldas, Rioverde y Atacames, ocasionando daños significativos a los habitantes del área. En cerca de tres años de operación Manduriacu ha enviado a esta región aproximadamente 28 millones de m3 de lodo contaminado.

Bastante tiempo hemos soportado la falta de respeto del Gobierno Central para nuestra comunidad. Esta provincia ha aportado como pocas al desarrollo de la nación. Olvidándonos de la época colonial y solamente sacando cuentas desde la separación de la antigua Real Audiencia de Quito de la Gran Colombia, en 1830, esta parte del país, que hasta 1822 era la provincia de San Mateo de las Esmeraldas y poseía más o menos 200 mil km.2 de territorio, entregó su sudor y lágrimas por la causa del Ecuador. Merecemos un reconocimiento por su laboriosidad, patriotismo, deporte sobresaliente y otras acciones relevantes.