Moldeando almas

Lucía Margarita Figueroa Robles

Las manos que moldean almas y devuelven esperanza al mundo son las de los maestros, quienes a través de una verdadera vocación de servicio, convierten su profesión docente en la de verdaderos héroes dentro de la sociedad, seres que en ocasiones hasta olvidan el mundo personal y familiar por dedicar noches enteras y dilatadas madrugadas para investigar, leer, o crear nuevos paradigmas educativos, que serán compartidos como experiencias pedagógicas a sus alumnos. La percepción de un maestro que se desenvuelve en entornos sociales diferentes y con niveles de compromiso distintos, es muy amplia, pero a pesar de los grandes desafíos que simboliza la carrera docente como vocación, todos hemos sido testigos de las enormes recompensas que llevamos en nuestro ser, al convertirnos en aquellos escultores que moldean y entallan conciencias, como delicados orfebres que con precisión elaboran gemas rutilantes de belleza. Adelante docentes ecuatorianos, continúen aportando al arte, la cultura y la educación de nuestra patria, motivando con sabiduría y la sensibilidad característica, a los futuros profesionales que le darán glorias a nuestro terruño y escribirán la nueva historia. Continúen esforzándose por ser mejores personas, mejores profesionales y mejores ciudadanos, porque sin duda alguna, constituyen el espejo de aquellos niños llenos de inquietudes, que se nutren de su comportamiento, de sus actitudes y de sus enseñanzas; al igual que cuando nosotros un día fuimos niños, y jamás nadie podrá borrar de nuestra mente a la maestra que nos enseñó el A, B, C. Si existe una profesión subestimada y mal remunerada es la del maestro, pero las satisfacciones de observar triunfar a quienes alguna vez fueron sus educandos, es el regocijo de quien hace lo que le gusta y plasma parte de su vida en aquella formación. Hoy que reconocemos la labor y el legado del maestro ecuatoriano, es la fecha propicia para impulsar que se reivindique una mayor consideración hacia la labor del maestro ecuatoriano y la mejora de las condiciones de trabajo. Mi honor y gratitud al docente ecuatoriano. (O)