Zancadilla mentirosa

Pablo Vivanco Ordóñez

La ideología cuanto la política son dos elementos de los que no podemos separarnos a lo largo de nuestra existencia, ya que el conjunto de valores, principios, y creencias que adoptamos, consciente o inconscientemente, operan cotidianamente en nuestros pensamientos y nuestros actos, porque, los hábitos se inscriben fundamentalmente en el cuerpo, tanto como en la mente de los seres humanos. Somos entonces resultado de una historia acumulada en el tiempo.

Si la ideología y la política son partes indisolubles de la individualidad humana, y son los últimos los que componen lo que llamamos sociedad (aunque no solo ellos la conforman), debemos entender, que la práctica política operada desde la lógica de la representación popular, encuentra siempre un cúmulo de conflictos por la evidente diferencia de pensamientos respecto de lo bueno y lo necesario.

Partiendo entonces del reconocimiento explícito del conflicto que acarrea la representación política, hay que decir que si la democracia representativa se hace con unos por sobre otros, esa lógica debe encontrar estadios de encuentro común, momentos para relajar la preferencia de la condición valorativa sobre el mundo, y mirar que tras toda condición ideológica y política yace un ser humano, genérico, como todos y como ninguno, que merece respeto de sus libertades, y atención a sus necesidades.

Soy de los que asumen decididamente una posición frente a la circunstancia, y también de los que creen que la política es la tensión indisoluble de intereses; sin embargo, creo también que hay conceptos y/o circunstancias donde no cabe la confrontación puramente prejuiciada –aunque muchas veces el odio opera como principio de oposición-, porque de ser así se tornaría inviables las formas de gobernanza.

La inmadurez política es una zancadilla mentirosa y provoca que constantemente tengamos que caer en intestinas confrontaciones por casos donde no caben argucias contra unos y ni contra otros, empero, alguna vez, habrá que encontrarse con el otro y tenderle la mano. (O)

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