Bosta

ORLANDO AMORES TERÁN

Me enternece escuchar el candor de la ingenuidad y de la presuntuosidad, cuyo efecto es devastador, similar al que produce la estupidez. Para aplicar una estrategia hay que observar los hechos, dejando de lado todo juicio de valor moral, no nos debe importar si son buenos o si son malos, hay que establecer líneas básicas de lo que deseamos; luego, ver con quienes construiremos la propuesta en el cumplimento de los lineamientos trazados. Para ello necesitamos aliados y ahí no podemos aplicar juicios morales, si deseamos triunfar.

La conciencia política aparece en la praxis, que es la unión compartida del mismo punto de vista. Cuando los sujetos políticos coinciden, salen a las calles, inclusive la violencia, como respuesta social, tanto de «buenos» como de «malos», no es violencia, se convierte en justicia popular, sin distingos de ninguna naturaleza.

Hay que lograr que se haga justicia con el mayor canalla de la historia ecuatoriana, que se lo enjuicie por delitos imprescriptibles, de lesa humanidad, asesinato, traición a la Patria, luego a sus peones; ese punto de vista nos debe unir a buenos y malos, creando conciencia política, frente al mayor atraco de la historia nacional. Lo demás, por ahora, es lo de menos. El residuo metabólico producido por la putrefacción interna del castro-narco-comunismo, siempre será la bosta, cada vez más disminuida, al constatar que sus «líderes» los utilizaron para hacer parte de una organización criminal con vínculos internacionales, dedicada a saquear países, en beneficio de sus dirigentes, aliados internacionales, narco-terroristas y en perjuicio de la mayoría.

Aquellos no alcanzan a comprender que la vida vivida con honradez, austeridad, trabajo, solidaridad, patriotismo, es la que se lucha día a día. Pero cuando cometes actos crapulosos, una muestra de dignidad es el suicidio físico o el suicidio político. Lo contrario, es seguir luchando para negar la deshonestidad y salir libre, con lo cual reivindican el cinismo como valor; que es lo que hoy impera en el país. Todo canalla o ladrón, lo que exige es «pruebas», en la certeza de que un juez delincuente lo absolverá con algún tecnicismo. [email protected]