‘Los que cuidan’

Roque Rivas Zambrano

Cuidar es una palabra potente pero ausente. Tiene múltiples acepciones: mantener la atención, fijarse. Abarca el hecho de procurarse un sitio en el mundo, la capacidad de andar con cautela y no perder de vista detalles importantes ni bajar la guardia. Cuidar es, sobre todo, estar dispuesto e instantáneamente disponible. Siempre despierto, siempre listo.

Nada hay que pueda describir el trabajo de quienes se dedican a la enfermería como esta definición. Pocas veces se repara en la biografía de los profesionales que cuidan a los enfermos. Es la de un ser humano que día a día enfrenta sus problemas, pero debe desarrollar estrategias para sobrellevarlos y velar por los que más lo necesitan.

El relato del argentino Matías Fernández Burzaco, el que lucha con una enfermedad extraña, en la que se le genera piel de sobra y le crecen bolas gigantes llamadas nódulos, resulta esclarecedor. Este cronista y periodista deportivo, que ha estado inmovilizado a causa de su raro padecimiento desde que era un niño, cuenta en su texto -publicado en la Agenda Revista- sobre quienes lo asisten.

“Tuve enfermeros que llegaban después de viajar tres horas, que pasaban por villas, que se agarraban a trompadas en el colectivo (…) que corrían para que no les robaran o se los llevaran; hace dos meses quisieron secuestrar y meter en una casa tomada a mi enfermera actual. Tuve enfermeros que llegaban cortados, ensangrentados, que lloraban, que querían hablar conmigo cuando nos quedáramos solos, que me lagrimeaban en el hombro…”.

Así empieza a tejer estas historias que le permiten experimentar otras realidades. El resultado es un texto conmovedor, que da cuenta de que cuidar también es un acto de complicidad y que debemos entenderlo como una misión en la que todos estamos ineludiblemente implicados.

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