Un sentido homenaje

Adolfo Coronel Illescas

La tristeza es inevitable y el dolor también cuando alguien muy querido se va. Edgar Garrido Jaramillo partió. Si estuvo dispuesto ese viaje largo, creo que se fue por el camino que construyó él mismo en el día a día de su preciada existencia, con bondad y humildad, talento y generosidad, con virtud y ponderado respeto.

“Hombre que se nos fue de las riveras de nuestros ríos, pero imposible del corazón de los lojanos”, dice el poeta. No de otra forma se explica el sentido homenaje post-mórtem ofrecido por amigos, instituciones y organismos de desarrollo seccional, liderados por el Gobierno Provincial de Loja y su prefecto Rafael Dávila. Una muestra de afecto, no solo del mundo social, sino de las extensiones que él dejo en tierra fértil, para recoger del alma de los lojanos gratitud imperecedera, sabiendo que la muerte se transforma en luz al tocar a los buenos hombres que nacieron para bien de sus semejantes.

Un merecido homenaje póstumo, que nos hace preguntar: “¿Oyen los muertos lo que los vivos dicen luego de ellos?”. Creo que sí, porque el silencio allá no evita que la muerte sea esperanzadora. Un acto a un mes de la partida de Edgar Garrido Jaramillo. Una expresión de sentimientos y emociones de quienes intervinieron. Fue una especie de desahogo urgente para hablar en plural lo que en singular ya se ha dicho, provocando la inclinación de los presentes, amigos y familiares que sentimos la soledad compartida porque uno de los grandes padecimientos que tenemos los seres humanos es la incapacidad de entender la muerte, pero si para creer en la solidaridad, porque la tragedia siendo posibilidad, la amistad es calle de doble vía. Fueron momentos en que bien puede ser más útil perder la memoria que aplacar el dolor de haber perdido a un gran amigo, cuyo ejemplo de vivir, triunfar y progresar con dignidad lo llevaremos como inscripción y perennidad de siempre.

Y quiero resaltar en este muro de expresión colectiva una frase dicha por su esposa Maruja Ortega de Garrido, en el ritual agradecimiento: “Él amó tanto a Loja, que mi única rival fue esta bella tierra”. Me quedo con esa expresión, porque Edgar Garrido Jaramillo amó tanto a la “Tierra más bella de la tierra” usando el corazón para quererla y la mente para servirla. (O)