Protesta activa

EDUARDO TABAREZ RAMÍREZ

Entrar en el análisis del denominado espíritu de cuerpo es tener que desglosar una serie se conceptos filosóficos, mejor es poner las cosas en blanco y negro, sin que esto implique inadecuadas interpretaciones; me voy a referir a lo que con preocupación se viene comentando en muchas partes del planeta, esto es el abuso hacia los menores de edad.

Constituye uno de los actos más aberrantes que puede cometer un ser humano, se llama pederastia, es decir, el abuso deshonesto cometido contra niños; muchos casos han quedados impunes, sea por encubrimiento, complicidad, etc., total, sus actores, bien gracias.

Este repugnante hecho es inconcebible que sus protagonistas o a quienes con mayor grado de participación se apunta, sean precisamente quienes la sociedad ha confiado lo que más se ama como son los hijos, me refiero a muchos educadores, sacerdotes, pastores pertenecientes a congregaciones no católicas, los primeros violentando los nobles principios del maestro, los otros utilizando las congregaciones que representan.

Estamos demostrando una actitud pasiva ante los hechos, no es posible que tengamos que ser meros espectadores, no estamos actuando bajo un solo grito de rechazo, poco hacemos en hacer como propio el sentir de los menores de edad y de sus progenitores; nuestra rebeldía está ausente. Hacemos marchas bien merecidas por la igualdad de las personas, próvidas, pro-aborto y hasta por actas rezagadas del sufragio, no así de forma activa y permanente ente el abuso sobre nuestros niños. No más impunidad, rechazo frontal a quienes quebrantan la noble, sacrificada y encomiable acción de los buenos maestros y religiosos.

La severidad establecida en nuestro código normativo de comportamiento social, algunos de sus articulados incorporan de forma expresa la sanción, esta queda corta, la consecuencia de la pederastia es de efectos multiplicadores que dejan una impronta en la continuidad de la vida de los agredidos.

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