Pantaleón y las visitadoras

Patricio Durán

Es una novela de Mario Vargas Llosa. Resulta que, en la población de Iquitos, en la Amazonía peruana, los soldados de los destacamentos viven en malas condiciones; a la dificultad de vivir en plena selva se añade el problema de que no tienen mujeres, y se dedican a perseguirlas y violarlas. El asunto es grave ya que se han entablado muchas acusaciones contra los soldados, por lo que a los superiores se le ocurre la idea de crear un servicio de “Visitadoras” -prostitutas- para alivio de los soldados, y deciden encargar al capitán Pantaleón Pantoja. Al final es descubierto, en medio de escándalos el servicio de “visitadoras” y es clausurado. Pantaleón es degradado y acusado de haber ridiculizado al ejército.

Esta novela de ‘Varguitas’, viene a ser un pálido reflejo del drama que se está viviendo en la frontera colombo-ecuatoriana, pero se queda corto frente a la realidad de muchas mujeres que son convertidas en esclavas sexuales, en la que policías, administradores de justicia y funcionarios estatales -en contubernio- son sus verdugos.

Es una constante de la historia fronteriza de secuestros, asesinatos, violaciones de miles de mujeres desamparadas que son tratadas como simple mercancía de trueque, de pago de favores. Espeluzna enterarse que una profesora –amante de un fiscal- mantiene un catálogo con fotografías de jovencitas que son ofrecidas como un servicio de “chicas prepago”.

La eliminación de estas mafias es muy difícil, pues en ellas intervienen quienes están obligados a velar por la seguridad, la protección, el apoyo a grupos vulnerables. La corrupción está enquistada en los círculos de poder. El gobierno tiene que realizar una depuración exhaustiva de sus instituciones para arrestar a estos individuos nefastos que se enriquecen con el sufrimiento y el dolor del prójimo.