Según el informe del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales Económicos y Sociales de las Naciones Unidas se prevé que el 68% de la población vivirá en zonas urbanas al 2050, esta expansión tiene de efecto implícita y erróneamente una marcada brecha social, cuyas desigualdades conllevan repercusiones económicas y políticas desfavorables para ciertos sectores aumentando la inconformidad social, inseguridad e impactos ambientales.
En el mundo, por ejemplo, ciudades como Atlanta reportan desigualdades sociales en el mismo nivel que en Nairobi, aún con más fuerza y gravedad vivimos los países latinoamericanos, ahora, en contraste se considera, por ejemplo, a la ciudad Pekín, siendo reconocida como una de las ciudades más igualitarias del mundo. Ecuador y puntualmente Santo Domingo, vive la realidad de una expansión que refleja la mencionada brecha social, donde muchas obras públicas fueron priorizadas en los sectores que tienen mayor cobertura de servicios básicos, para citar un ejemplo tenemos la vía Quito vemos 2 obras en ejecución incluida una cuestionada ciclovía, y un parque.
Por lo mencionado y otras razones, la Agenda 2030, debe conectar con los PDyOT obligatoriamente, en efecto, se presentan desafíos, pero también oportunidades para generar un desarrollo sostenible de la ciudad y de la provincia, un desarrollo que también involucra nuestra capacidad de emprendimiento involucrando la tendencia de “emprendimiento con propósito” y la resiliencia ante el cambio climático.
El compromiso de trabajo articulado es prioritario, ya que el objetivo de cumplimiento de medidas para alcanzar un Desarrollo Sostenible es de interés general. Así, se reducen las brechas sociales, mejoramos urbanísticamente, se reducen los índices de inseguridad, contribuimos con la cultura, salud y los impactos ambientales. Finalmente también es prioritario considerar acciones para tener el mismo desarrollo sostenible en el área rural.