Moreno y Correa

EDUARDO CHIRIBOGA APONTE

Resulta irritante la inercia de nuestro sistema judicial, sobre la necesidad histórica de procesar y sentenciar al exmandatario, por un sinnúmero de causales que llevaron a nuestra patria a lo más bajo de la ética pública. Y ante esta sospechosa omisión, el capo de la delincuencia organizada, amenaza con adelantar su regreso a la política para optar a otra dignidad, dando una reverenda cachetada a la ciudadanía honesta e informada, que exige justicia.

Y así, los miles de millones de dólares hurtados, servirán para engañar nuevamente al incauto pueblo en las urnas, acostumbrado a un estado de propaganda alienante, que, teniendo todos los poderes cooptados, barría con las elecciones a nivel nacional. Su adicción al poder llega a lo patológico. No obstante, e increíblemente, aún existe un porcentaje de fieles seguidores de un disque proyecto político, que nos iba a llevar hacia nuestra ‘venezuelanización’.

Paradoxalmente, don Lenín aún no encuentra la fórmula que nos saque definitivamente de la peligrosa ‘correisación’, pues, ciertas fichas claves de la extrema derecha y de la mal llamada revolución ciudadana, extremos que se atraen para comerse al pastel llamado Ecuador, continúan siendo influyentes ante Moreno, cuya carencia de liderazgo y el no saber leer correctamente a quienes aportamos soluciones prácticas para el desarrollo integral del país, está siendo aprovechado muy astutamente por quienes saquearon la patria y les urge que su impunidad continúe.

Y, para rematar, anuncian, muy descaradamente, que vienen a “recuperar la patria”, es decir, volver a acaparar la “gallina de los huevos de oro”, que les permitió tanto abuso. Las reformas laborales que se discuten actualmente para mejorar el empleo, muestran una antipatriótica confrontación entre empleadores y trabajadores, donde el cinismo de sus dirigentes -de ambos bandos- da asco y difícilmente lograrán sus objetivos.

Pienso que Moreno debe explicar a la ciudadanía las causas de la carencia de obras; además, de exigir a la justicia que se sentencie al maquiavélico autor intelectual de tanto latrocinio o quedará en evidencia su complicidad, aniquilando lo que resta de su credibilidad, per sécula seculorum. Y ahí sí, ni el chapulín colorado nos salva…

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