El vice presidenciable

Ugo Stornaiolo

“El vicepresidente es un conspirador a sueldo” dijo, en 1968, el presidente José María Velasco Ibarra sobre Jorge Zavala Baquerizo, electo como segundo mandatario, superando al compañero de papeleta del caudillo, Víctor Hugo Sicouret. Se votaba por separado al primero y segundo mandatario.

La Constitución de 1946 facultaba al vicepresidente “a reemplazar al presidente”. Zavala, liberal de cepa, no era hombre para estar a la sombra del “profeta”. Velasco temía que le pasara lo de 1962, cuando lo sucedió Carlos Julio Arosemena. Desde las cartas magnas de 1978, 1998 y 2008, se elige en binomios.

Al caudillo neopopulista ecuatoriano se le ocurrió copiar la fórmula de la expresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner -también investigada por corrupción- para ser segunda en binomio con Alberto Fernández, su exjefe de gabinete.

Se le preguntó a Correa sobre su candidato a presidente y dijo: “Probablemente se busque a alguien que no sea tan cercano (al consejo) de la ‘revolución ciudadana’”. Si Velasco Ibarra decía que el vicepresidente era un “conspirador”, se pregunta qué intenta Correa: manejar al mandatario o cumplir funciones asignadas, algo sin cabida en el ego del expresidente.

Los vicegobernantes de los últimos 40 años tuvieron protagonismo (algunos como Dahik, demasiado y otros como Hurtado, Noboa y Palacio, fueron presidentes por muerte o destitución del binomio), sin olvidar al propio Moreno (manejó lo social), Glas (operaba áreas estratégicas y hacía pingües negocios) y Vicuña (con los diezmos y títulos falsos).

Para los analistas, es una función inservible, que creó burocracia y redes de corrupción y clientelismo. El actual jefe de Estado ha tenido tres vicepresidentes. Correa quiere esta fórmula porque no puede correr por la presidencia (según la carta de 2008) y podría, desde allí, organizar otra Constituyente, a su medida.

De lograrlo, Correa tendría inmunidad y no respondería a las acusaciones en su contra. Si vuelve, sería arrestado, y si quiere ser candidato debería responder ante la justicia. Pero tiene tanta obsesión por el poder que de él se puede esperar todo.

[email protected]