Decencia

Franklin Barriga López

Un hecho sobresaliente captó la atención y el aplauso de la opinión pública, incluso internacional.

Aconteció en la ciudad del Puyo, capital de la provincia de Pastaza: su protagonista, un taxista que había migrado a Europa por razones de trabajo y residido allí por 18 años. Retornó al país para laborar de la manera indicada, ahora con merecida fama: al hacer una carrera en su vehículo, llevó a su domicilio a una pasajera que olvidó su bolso que contenía cinco mil dólares en billetes.

Frente a este hallazgo, lo que hizo fue averiguar la dirección del inmueble donde vive dicha señora, madre de cuatro hijos y separada de la persona con quien convivía. Luego de sus indagaciones, la localizó en un villorrio cercano y le devolvió el dinero.

Por su proceder, el taxista es ahora todo un personaje al que se le mira con admiración y respeto. El Municipio del Puyo le ha rendido un difundido homenaje, al igual que la cooperativa de transporte a la que pertenece y a la que, obviamente, prestigia, mientras los medios de comunicación colectiva le alaban por su conducta a la que han calificado, con justa razón, de ejemplar.

Ciertamente ha llamado la atención este gesto de acrisolada honradez, en los tiempos actuales donde el país está conmovido e indignado con tanto saqueo de los fondos públicos y más acciones que giran en el eje de la corrupción, que ha llegado a niveles increíbles.

La conducta del ciudadano, que lleva por nombre Edison Patricio Ojeda, es admirable: él ha declarado que su acción es producto de las enseñanzas de honorabilidad que, desde pequeño, le enseñó su madre. He ahí la importancia de la educación en valores, que debe comenzar en el seno de la familia y afianzarse en las aulas de la educación sistemática.

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