Fustiga el abuso

ORLANDO AMORES TERÁN

Los narco-comunistas «plebeyizan» la política para destruir valores, despreciar prestigios, ascender la alcantarilla al poder. Lo hacen a propósito, para que nadie sobresalga más que el líder, usualmente un humanoide creado con falacias, propaganda, para cumplir consignas: dividir a la sociedad, desarmar a los ciudadanos, destruir la institucionalidad democrática, prohibir tradiciones identitarias, permitir que los delincuentes se tomen los espacios públicos y políticos, imponer relatividad de valores, aborto, homosexualismo, ideología de género, microtráfico a través de tabla de consumo de drogas, impulsar el culto a la «revolución», al «líder», someter a los ciudadanos a una burocracia sumisa al narco-comunismo. Hay sujetos que llegaron de sus pueblos en calamitoso estado intelectual y económico, bebían guanchaca en las veredas, lograron por palanqueo de algún pariente, un cargo público, hoy son millonarios, aún cuando su intelecto no cambió. A cualquier mequetrefe le otorgan facultades, pese a carecer de autoridad moral.

En esta situación, mientras la Fiscal continúe su lucha contra la organización criminal castro-narco-comunista, merece nuestro total respaldo. El resto debe entender que están en órganos públicos, por delegación popular, por tanto, están sometidos al escrutinio social, por mandato legal y obligación moral; sus actuaciones son públicas y publicables. Si no les agrada que escudriñen el modo como emplean el tiempo y el dinero que les pagamos los mandantes, renuncien, váyanse a su casa, produzcan en el sector privado. Pero mientras estén en el servicio público, son sirvientes de Estado, huiñachiscas. Así como el bosque cubre la tierra y permite que los elementos de la Naturaleza se reproduzcan, para propiciar la vida.

Del mismo modo, los demócratas debemos multiplicarnos para impedir que el narco-comunismo imponga su agenda de muerte, miseria, droga, destrucción de valores y opresión. Si no hacen caso a nuestras palabras, si no atienden nuestras exigencias; hay que hacernos escuchar por propia mano. Donde se los encuentre hay que fustigarles. Estamos hartos de tanta corrupción e impunidad.

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