CARLOS CONCHA JIJÓN
La colectividad esmeraldeña y especialmente la universitaria, se encuentran absortas en el marasmo de una tempestad de comentarios, que circulan como una riada sobre la presunción de ilegitimidad en PhD de los documentos de la primera autoridad de la Universidad Técnica Luis Vargas Torres, situación que lesionaría terriblemente y contrastaría con el correcto y eficaz desarrollo que debe alcanzar, a fin de lograr su acreditación y deje para siempre la cuerda floja en que está.
Considero que la Universidad ha navegado sin brújula, simplemente como bastión politiquero, para satisfacer apetitos personales, sometida a un calvario humillante, en donde podría existir un mal manejo administrativo y financiero, a más de las luchas intestinas de grupos, aspirando a un botín. En algún momento de la vida de la Universidad, ya se estableció por parte de la Contraloría, la presunción de responsabilidad penal de autoridades, funcionarios y empleados, por abuso y apropiación indebida de dinero de esa entidad.
No podemos negar que, a lo largo de su historia, alguna vez se manifestara que la Universidad era un feudo, en donde se evidenció el abuso y una Universidad carente de guía, perdida entre el anarquismo y la incertidumbre. Debemos estar conscientes que la Universidad no tiene dueño, ni amo, pues, pertenece al pueblo y sus estudiantes el brazo fuerte que tiene la obligación de defenderla y guiarla por la senda correcta del progreso.
En redes sociales se habla de presuntas irregularidades en el Alma Máter, que tendrían que ver con el incumplimiento de los requisitos para optar por esas dignidades. Siendo pertinente y hasta cierto punto una obligación que la sociedad esmeraldeña se involucre en la defensa de la Universidad y el Consejo Superior Universitario asuma como exigencia de su autoridad la investigación del problema.