Pecados

EDUARDO CHIRIBOGA APONTE

Sin contar con los comprobados robos del régimen anterior, el peor pecado que cometió el exmandatario, fue fomentar la desunión de la base de la sociedad. Con el “divide y reinarás”, la “maquinaria corrupta afilada” para ganar las elecciones, el acaparamiento de todos los poderes del Estado y organismos de control, logró saquear y devastar el país a su antojo.

Cometieron pecados imperdonables, como enfrentar a familias enteras, entre los beneficiados con cargos claves para “el lleve”; contra los que no aceptaban tales conductas. Entre los alienados con propagandas de obras (con deudas y sobreprecios) y reconocimientos auto gestionados como los doctorados honoris causa y quienes estaban informados objetivamente de la destrucción institucional de que éramos objeto.

Entre los grupos de extrema derecha, financistas de campañas electorales, que se mofaban cuando veían sostener en los discursos demagógicos prefabricados, llenos de frases cliché, música protesta y afiches del ‘Ché’ Guevara, que eran disque un gobierno de izquierda… mientras tras bastidores triplicaban sus fortunas y los microempresarios que tenemos aún dificultades para emprender negocios debido a la carestía de los costos de producción, del dinero, de las mafias que controlan las cadenas productivas y la ausencia de las políticas de Estado.

En fin, la patria fue dividida inmisericordemente, destruyendo lo que nuestra historia republicana ha venido construyendo a través de los siglos. Cambiar tan macabro escenario, tomará años. El pecado más grave de los grupos hegemónicos agroexportadores, cámaras de Industria y de Comercio, es la no repatriación de sus descomunales ganancias, actitud reñida con la dolarización, tan defendida por ellos.

Y el peor pecado de la dirigencia sindical, es no admitir que el mundo evoluciona y que urge la actualización de los llamados “derechos adquiridos” de los trabajadores y su “regresión” para consolidar un acuerdo nacional tripartito, que desarrolle sostenida y armónicamente a la patria.

Un doble mea culpa se impone y la Asamblea Nacional debe modificar con urgencia el caduco Código del Trabajo o nuestro desarrollo seguirá siendo una utopía. Además, solo Dios perdona los pecados. Eh ahí el trabajo y la decisión de los asambleístas.

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