Orgía de criticismo destructivo

El Consejo Nacional Electoral (CNE), vergonzosamente dividido en virtud de las ideologías dispares de sus miembros, protagoniza un espectáculo dañino para la democracia. Una parte del Consejo considera la legitimación solo por el resultado de las urnas. Una actitud, para algunos excesivamente sesgada, y para otros estrictamente apegada a las normas.

Antaño se habló bastante, aunque con escaso éxito y solo de modo retórico, de refundar nuestro sistema democrático. En su caso, la democracia no debería llevar apellidos. La “corrección política” de una parte de los consejeros, podría entenderse como una forma de censura e intolerancia. Se mueven entre lo correcto y lo conveniente desde el punto de vista político.

Madurar es reconciliarse con la imperfección propia y ajena y aprender a convivir con ella. De no hacerlo se condena al Consejo a la ausencia de una crítica constructiva, que da paso a una orgía de criticismo destructivo y errático, que ha conseguido desprestigiarlo a los ojos de todos. Sus miembros deberían llevar adelante un proceso interno de diálogo y consensos, que les dote de un discurso coherente.

¿Qué pasará en 2021? Los consejeros caminan por una cuerda floja, donde el derecho es la primera víctima. Una “corrección política” blandengue y frustrante que se creyó dejar atrás cuando se eligió al actual Consejo. La blandenguería y la frustración asomaron las orejas en las elecciones seccionales. En bien de nuestro sistema republicano se requiere una sacudida ética que restablezca la confianza de todos.

«La primera virtud es frenar la lengua, y es casi un dios quien teniendo razón sabe callarse”.

Catón de Útica
Político romano (95 AC-46 AC)

«Lo que embellece al desierto es que en alguna parte esconde un pozo de agua”.

Antoine de Saint-Exupéry
Escritor francés (1900-1944)