Se terminó la siembra

Pablo Vivanco Ordoñez

De la comarca transida por la soledad, ubicados en el más bajo nivel de los Andes, tuvieron que abandonar el barrio de camino barroso para mirarle la cara a la ciudad, repleta de montones de motores, de edificios vacuos y de gente con audífonos.

Desde la vetusta televisión acomodada en un rincón de la cocina-comedor donde habían encuentros y conversaciones más frecuentes, miraban a la ciudad como una nueva cara del mundo, como un afuera prometedor de mejor trabajo, mejor salario, mejor vida: tras su huella, tras la imagen televisada salieron a comprobarlo: encontraron ciudades sucias, trabajo precario, salario injusto, y una vida parecida a una sierpe, que ahora sí, se mostraba más amenazante que tras la huerta de la casa olvidada. Todo fue un recular, todo era expoliación, todo era despojo: del hambre, del sueño, y de la tranquilidad.

Pero el sueño citadino se había cumplido. Sin duda alguna, lo novedoso siempre atrae, distrae, y en ocasiones ata a su engranaje de seguirle el juego a la ilusión modernizante.

No es menos cierto que había más oportunidades, eso sí, por condiciones propias del sistema que busca lugares donde la reproducción ampliada del capital sea más fácil, más rápida, más eficiente.

Como Guara-guara quedarán también pueblos pequeños escondidos tras las grandes cordilleras. La partida de los más jóvenes hará que el silencio de la muerte vaya haciendo de las casas un sepulcro de costumbres y saberes acaecidos tras la sombra de mulas de concreto sin significado. De la hierba fresca de la huerta casera, pasaron a la hierba helada, empaquetada, con marbetes que nadie lee: se terminó la siembra nuestra; el mercado popular, al recuerdo; el supermercado es el nuevo espacio donde se consigue casi todo.

La desolación de espacios rurales que eran familiarmente productivos, abre filas para que las formas de alimentación transformen las formas de vida, y trastoquen también las formas de enfrentarnos al mundo: de la labranza y la naturalidad, al golpe duro del asfalto y la fabricación de una impostación que se reputa natural. (O)

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