Congreso bicameral

ORLANDO AMORES TERÁN

Vivimos en un país donde los criminales que saquean la Nación, nos hablan de «política»; los homosexuales, de moral; los transgéneros, de biología; los que matan bebés, de derechos humanos; los narco-comunistas, de economía; las personas que disparan en defensa propia, deben contratar abogado; los delincuentes, tienen defensor público y jueces que garantizan sus derechos.

El cinismo es la expresión de la política en esta última década. Para extorsionar a las empresas constructoras los castro-narco-comunistas de «manos limpias y mentes lúcidas», les decían: «Éste es un gobierno honesto. En Ecuador todos los gobiernos han robado. Pero tú eres millonario, gracias a la obra pública que nosotros hacemos. Si viene un gobierno de la partidocracia corrupta, no van hacer obra pública y entonces no tendrás trabajo. Debes entender que cuesta hacer que un país progrese, por tanto debes aportar al gobierno.» En los regímenes comunistas, el narcotráfico y la extorsión pasan a ser la fuente inagotable de dinero en efectivo, para comprar poder y almas.

Este problema se soluciona eliminando: CPCCS, CNE y cambiando la estructura de la asamblea, por un Congreso bicameral. Necesitamos los mejores luchadores sociales de fiscalizadores, legisladores, senadores, para que controlen al ejecutivo y al judicial. Con un Congreso fuerte, cualquier presidente es sometido a la voluntad mayoritaria del pueblo, expresada en la legislatura. El innombrable pudo destruir la institucionalidad del país, porque tuvo congreso de manteles, constituyente y asamblea de lacayos, levantamos.

El Congreso bicameral es el órgano de recuperación de las instituciones republicanas del Ecuador. Le damos mucha importancia a la segunda función del Estado, porque venimos del infame autoritarismo castro-narco-comunista, en la que se impuso el criterio del ejecutivo, por sobre las otras funciones. Por eso no debemos cerrarnos en los antecedentes «impolutos» de quien tenga mayor opción para llegar a la presidencia. Con un Congreso libérrimo, concluye el «hiperpresidencialismo» impuesto por el narco-comunismo.