Honor para Juan José Franco y Malo

EDGAR QUIÑONES SEVILLA

En mayo de 1858, la provincia de Esmeraldas fue favorecida con la creación de la primera escuela de instrucción primaria, gracias a la intervención de Juan José Franco y Malo, gobernador de la región entre 1857 y 1859, en circunstancias en que el territorio de la antigua nación chibcha, no contaba con ningún plantel educativo y la enseñanza­aprendizaje había que adquirirla con profesores particulares, a domicilio. Sin embargo, ni una calle ni un centro educativo, lleva el nombre de tan ilustre ciudadano.

El mundo está lleno de malagradecidos, es algo que todos sabemos; mas, cuando alguien ha abandonado el mundo terrenal y su figura no ha tenido protagonismo político partidista, generalmente la gente es generosa y suele optar por el reconocimiento de méritos al prójimo que algo ha hecho en bien de la sociedad. En el caso que nos ocupa, se trata de la sección más importante del colectivo: la educación, considerada ahora como la mejor riqueza que se puede heredar a una persona y a todo el conglomerado humano.

Juan José Franco y Malo no ha recibido ninguna tacha ni su nombre ha estado involucrado en alguna acción que lo avergüence; por manera que no existe argumento para postergar un acto de justicia como el que planteamos. Existe ahora una razón más para cumplir un compromiso moral con un varón que tuvo en su mente la idea más relevante en un momento de tinieblas para toda una colectividad; hubo en su mente la decisión de encender la antorcha del saber para los habitantes del paraíso terrenal, que luce el nombre de Esmeraldas y una educadora se halla al frente del Municipio local.

En esta capital provincial se ha rendido honores a muchos personajes de actuación social dudosa, hasta discutible; se ha homenajeado al mar Pacífico y a su similar el Caribe, que si bien es cierto tienen su valor, no hacía falta que los veneremos como a los seres humanos que crearon algo tan determinante en la vida de los pueblos, como el primer plantel de educación.

La educación es lo más importante de la sociedad. Lo ha sido siempre, pero recién ahora los directivos de todos los estados del planeta han tomado conciencia del elevado rol que cumple en el desarrollo general de los pueblos. Es impostergable que se analice con verticalidad y sin pasión política la conveniencia de retomar a la escuela unidocente en vez de continuar con el avance propuesto en el reciente pasado.