La curiosidad errante del periodista

Julio Villanueva, editor de Etiqueta Negra, visitó la capital para hablar sobre la crónica en Latinoamérica.

ABRIL ALTAMIRANO

“Por eso no concedo entrevistas”, dice Julio Villanueva Chang y mi mano se congela sobre la libreta. La última vez que lo entrevistaron en Ecuador –cuenta– se encontró con la periodista en un restaurante, abrió su computadora y le pidió que mantuvieran el diálogo por chat.

“La técnica de la entrevista tiende tanto a lo certero como a lo equívoco. La oralidad a veces te hace decir cosas que sabes, pero que en ese momento no puedes explicar. (…) El periodista que no toma en consideración esa posibilidad, no entiende la complejidad de una persona”.

Mientras habla, corren trepidantes los segundos en la grabadora.
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La noche anterior, Villanueva llegó a Quito como invitado a la Feria del Libro de la Universidad Católica. Los vientos de Tababela desviaron su vuelo a Guayaquil; así, el cronista y editor peruano se vio atascado entre un grupo de turistas sexagenarios a pocas horas de su conversatorio. “Hace cinco años que no vengo a Quito” comenta y su tono –hastiado por el ajetreo que conlleva ser el protagonista de un evento– se vuelve ,nostálgico.

De la charla que precede a la puesta en escena de la entrevista, entiendo que las ciudades las conoce –y las recuerda– por sus librerías de segunda mano. Quito le trae a la memoria su amistad con un librero uruguayo, de quien al llegar supo que había muerto.

“Voy a ensuciarme los dedos, a rebuscar sorpresas en los libros de viejo que están ahí, desordenados e inadvertidos para gente que, o no tiene tiempo para leer, o solo está leyendo novedades”, dice sobre los planes para su corta visita. Esta vez, pretende escapar del escenario común con el que ‘La Carita de Dios’ recibe al extranjero: “Todo depende de los Virgilios que nos llevan por el infierno local, para que me hagan un recorrido digno de la Comedia de Quito”.
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¿Tu ojo de periodista está siempre buscando una historia?

Creo que es el ojo de una persona, más que de un periodista. Es el ojo de un ciudadano, pero -sobre todo- de un curioso que vagabundea. A veces es una virtud y, otras, se convierte en defecto. Espero que esa curiosidad que experimento sea en lo posible virtuosa, y eso significa buscar una ruta del asombro, de la emoción y del conocimiento.

¿Cómo franquear las barreras del personaje de la crónica, para encontrar los detalles esenciales de su historia?

Lo primero que me importa es transmitir un auténtico deseo de conocer a alguien. Hablo de un genuino deseo de entender al otro. Si transmites esa curiosidad, no vas a entrevistar, sino a preguntar. Entonces, es posible que haya una conexión inmediata y esa persona se olvide del tiempo, que es lo que uno necesita para alargar la escasez de momentos en los que uno puede ser testigo de cómo alguien se comporta frente al mundo.
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Villanueva me convence de que el acto de la entrevista no difiere demasiado de acercarse a hablar con alguien en una fiesta, o de cuando un extraño te da su cámara para que lo fotografíes:

“Me importa que esa persona quiera enseñar esa foto a todo el mundo, que se sienta retratada en su esencia porque ese ángulo, la mirada del desconocido que se posó sobre ella, descubrió algo que antes esa persona no conocía de sí misma”.

AUTOR. La obra de Villanueva está recopilada en los libros ‘Elogios criminales’ y ‘Mariposas y murciélagos’.
AUTOR. La obra de Villanueva está recopilada en los libros ‘Elogios criminales’ y ‘Mariposas y murciélagos’.

Etiqueta Negra es una revista dedicada a ‘lectores distraídos’. Como Octavio Paz, el editor descifró que “la distracción quiere decir atracción por el reverso de este mundo” (El arco y la lira).

Historias escritas por los más importantes cronistas de la actualidad -Martín Caparrós, Leila Guerriero, Jon Lee Anderson, Ryszard Kapuściński, entre muchos otros- atrapan al lector desde un punto de vista inesperado, como los hábitos del sueño de un crack del fútbol, la impuntualidad de uno de nuestros líderes mundiales o la perseverancia de una maratonista que siempre llega última a la meta.

Villanueva no descarta que la crónica deba usarse para la denuncia y la crítica. Sin embargo, la perspectiva que ha tomado como cronista tiende a resaltar historias “ejemplares” que pasan por desapercibido. “Hay quienes prefieren meterse con los villanos, a mí me gusta meterme con gente que admiro y que no entiendo cómo hacen lo que hacen”, afirma.
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La crónica es el género periodístico que más herramientas narrativas de la ficción utiliza. ¿Hasta qué punto puede el cronista adoptar una voz de narrador literario?

Hay un contrato tácito de que, si estás haciendo periodismo, vas a intentar que todo lo que publiques sea verificable. Si hay alguna duda, que es parte de la aventura de conocer a alguien, la persona debe saber que estás especulando. Tienes licencia para mostrar tu incertidumbre en la historia, pero tu deber de cronista es buscar los hechos.

Pero no nos engañemos, la materia prima con la que trabajamos son nuestros recuerdos. Nuestro cerebro está engañándonos todo el tiempo. Uno tiene que saber cuándo puede atestiguar, porque la percepción del mundo y la memoria siempre van a ser una condición falible.

Los límites del narrador tienen que ver con la idea de imaginación, sin que esta sea equivalente a ficción. A los periodistas nos hace falta imaginación para producir una historia, elegir el detalle mínimo que te va a revelar la verdad mayor.
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Por la subjetividad que supone conocer a alguien –y que los lectores también lo conozcan– a través de una entrevista, Villanueva cree que “el periodismo es insuficiente para entender a una persona”.

Tiene razón. Apago la grabadora y siento que no lo conozco más que cuando empezamos a hablar. Con la libreta y el micrófono en la mochila, empieza la conversación que realmente me interesa. Salgo con un par de recomendaciones de libros y la esperanza de un recorrido dantesco por las librerías de viejo en mi próxima visita a Lima.

Hoy, cuando me sumerjo en la tarea de ‘retratar’ a un nuevo desconocido, trato de seguir el consejo de Villanueva: “Prefiero hablar de una persona que intenta entender a otra y que eso es un trabajo periodístico, pero que –sobre todo– es solo una persona tratando de entender a otra”. (AA)

«En mi trabajo, trato de mirar lo periodístico desde el punto de vista de la admiración y no necesariamente de la denuncia” .

Julio Villanueva,
cronista.