¿Diferente al del correísmo?

Luego de recibir el voto afirmativo en una consulta popular, hace poco más de un año entró en funciones el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social transitorio, con “la potestad de evaluar el desempeño de las autoridades cuya designación le corresponde, pudiendo, de ser el caso, anticipar la terminación de sus periodos”. Entonces, temblaron no pocos de los peones correístas incrustados en el aparato estatal.

¿Fue el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, antes de 2018, una función del Estado imparcial y promotora de la transparencia? ¿La sociedad vio preservados y defendidos sus intereses con esta institución? Al árbol se le conoce por sus frutos. La respuesta negativa a estas preguntas, de forma contundente e inequívoca, se la tuvo en la consulta popular.

Era un secreto a voces que el Consejo nunca fue una entidad autónoma y que tampoco propició alguna vez la segunda parte de su pomposo nombre: el control social. Durante la “década ganada”, el Consejo solo era un instrumento para erosionar las bases de la convivencia democrática y establecer una estructura de gobierno al servicio de un movimiento político y su líder.

Esta ‘quinta función’ del Estado solo trabajó para concretar el “sueño” correísta de lograr un Estado de partido único, en el que todo le estuviera subordinado, sobre la base de la manipulación de las instancias de control, la justicia y de arriba a abajo hasta el más simple mecanismo del Estado. Los tiempos son otros, pero el flamante Consejo de hoy, ¿será diferente al del correísmo?


Lo más importante que aprendí a hacer después de los cuarenta años fue a decir no cuando es no”. Gabriel García Márquez Escritor colombiano (1927-2014)

Donde hay educación no hay distinción de clases”. Confucio Filósofo chino (551 AC-478 AC)