Un museo para el periodismo

Roque Rivas Zambrano

Eduardo Galeano, escritor uruguayo, solía decir que el único sentido que tiene la recuperación del pasado es que sirva para la transformación del presente. En esta reflexión radica una de las razones por las que es importante el trabajo de preservación de memoria y de archivos, que dan cuenta a una colectividad de los procesos que tuvieron que vivir sus antecesores.

Los museos cumplen esa función: contarnos, a través de objetos, instalaciones, fotografías, sonidos, cómo fue una época o qué hicieron determinadas personas para marcar la diferencia e, incluso, el rumbo de la historia.

En algunos países, como México y Estados Unidos, al ser el periodismo una de las profesiones que más ha contribuido a la democracia y al registro de los hitos históricos, se han dedicado espacios para exponer sobre el oficio y, de paso, promover la libre expresión y evidenciar la evolución de la comunicación.
El Newseum, en Washington DC, tiene este fin. Con cuatro pisos, catorce teatros y quince galerías, posee muestras que atraen a más de 815.000 visitantes al año, y que dan cuenta de momentos trascendentales para la nación, como los ataques del 11-S.

Posee una de las exhibiciones más grandes del Muro de Berlín, fuera de Alemania, una galería del Premio Pulitzer, con las imágenes ganadoras desde 1942 y, quizá, lo más inquietante, una pared dedicada a los casi dos mil periodistas fallecidos en el desempeño de su trabajo. Desde este año, allí constan de los integrantes del equipo de periodistas de El Comercio, secuestrados y asesinados en la frontera con Colombia, en el 2018. En nuestro país, el trabajo con la memoria colectiva todavía es una deuda pendiente. Nos falta un museo para la memoria y los Derechos Humanos y también ¿por qué no? construir un museo para el periodismo…

[email protected]