Al César lo del César

Manuel Castro M.

En este 2019 se cumplen los 75 años de un hecho histórico: el nacimiento de la Casa de la Cultura, cuyo creador fue el cinco veces Presidente de la República doctor José María Velasco Ibarra y su ejecutor el doctor Benjamín Carrión. No es ético que por simpatías u extraños odios se olvidé tales hechos.

Explicable, pues como dice Kurzio Malaparte: “Nadie perdona a un hombre que sea distinto a los demás”. Velasco lo fue: autor de 28 obras, inclaudicable líder político, ejemplo de honestidad. Correa, el destructor, casi acabó con la Institución. Es triste haber sido gobernado por un autócrata y más triste por sus esbirros.

El presidente Moreno ha dispuesto la reapertura de la Academia Diplomática, que empezó llamándose “Antonio J. Quevedo”. Vale recordar, con justicia y valor, que la Academia fue creada mediante Decreto Ejecutivo 2923, de 21 de marzo de 1987, expedido por el ingeniero León Febres Cordero, siendo ministro de Relaciones Exteriores el doctor Rafael García Velasco, y como exitoso ejecutor el embajador Jaime Marchán, con la colaboración del ministro de Finanzas, embajador Eduardo Cabezas, y del director de Personal, doctor Ramiro Dávila.

La Academia se creó como un “órgano de selección, capacitación y perfeccionamiento” del personal de carrera del Servicio Exterior Ecuatoriano, cuyo objetivo lo alcanzó, pues de esa Entidad egresaron 13 Promociones, que son la base moral e intelectual de la diplomacia ecuatoriana, por su origen y preparación.

Mas en 2011 el gobierno destructor de la “revolución ciudadana” la suprimió, con el protervo fin de manejar a su antojo y con sus esbirros el servicio exterior ecuatoriano. Seguros estamos que de las cenizas de esa Academia, con el apoyo del presidente Moreno y de su canciller, José Valencia, surgirá una nueva Academia moderna e inclusiva.

Como se ha dicho la vida no es justa, mientras se exalta hasta el delirio a excelentes deportistas, se olvida a insignes valores nacionales, como el arzobispo González Suárez, el santo hermano Miguel, a Honorato Vásquez, verdaderos forjadores, entre otros, de la nacionalidad ecuatoriana.

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