Los días en la Tierra se están alargando

SUCESO. Del fenómeno tiene la culpa la una.
SUCESO. Del fenómeno tiene la culpa la una.

Francisco Jódar (Muy Interesante)

Hace 1.400 millones de años, el día terrestre duraba solo 18 horas. La razón principal era que la Luna se encontraba más cerca de nuestro planeta, de forma que aceleraba la velocidad con la que este giraba sobre su eje. Cosas de la gravedad.

Pero nuestro satélite, que nos orbita a una distancia media de 384.400 kilómetros, se aleja poco a poco de nosotros. En concreto, 3,82 centímetros al año. Y eso implica que la rotación terrestre se vaya haciendo más lenta, según un estudio hecho en la Universidad de Wisconsin-Madison, Estados Unidos.

Stephen Meyers, profesor de Ciencias de la Tierra en esa universidad y coautor del trabajo, explica que han llegado a tal conclusión gracias a la astrocronología, un método que une la astronomía con las observaciones geológicas y que permite mirar al pasado del planeta y del Sistema Solar, y estudiar los cambios climáticos a partir de los rastros que estos dejan en las rocas más antiguas.

El movimiento de la Tierra en el espacio se ve influido por otros cuerpos celestes –la Luna, los planetas del Sistema Solar…– que ejercen su fuerza sobre ella. Este complejo juego de atracciones gravitatorias altera la rotación terrestre, la inclinación de su eje y la órbita que nuestro hogar sigue alrededor del Sol.

Estas variaciones reciben el nombre de ciclos de Milankovitch, y marcan la cantidad de radiación solar que nos llega, el factor esencial para explicar las variaciones climáticas, que dejan pistas geológicas. Según Meyers, estudiar estas pistas en las rocas antiguas permite averiguar la luz solar recibida en el momento en el que esas rocas estuvieron en la superficie, y esto posibilita calcular las posiciones de la Luna y otros astros respecto a la Tierra en un momento dado.

En colaboración con Alberto Malinverno, geofísico de la Universidad de Columbia (Estados Unidos), Meyers desarrolló una herramienta matemática para determinar los cambios en la dirección del eje terrestre y la órbita del planeta en función de las variaciones del registro geológico, incluso para épocas lejanísimas, aunque con mayor incertidumbre a medida que se remontaban más atrás en el tiempo.

Fue así como consiguió determinar la duración del día hace 1.400 millones de años y la distancia existente entonces entre la Luna y la Tierra. Dado que ambos cuerpos se alejan lenta pero continuamente, los días terrestres se van haciendo más largos, aunque de manera imperceptible para nuestros sentidos.