Perdimos el primer puesto

Adolfo Coronel Illescas

En un concurso nacional con la participación de 9 ciudades, incluidas Quito, Guayaquil y Cuenca, siempre Loja ocupó el primer lugar y nadie nos ganaba. Hoy sorprendido, por andar con la oreja parada y el “ojímetro” abierto, me entero que hemos sido desplazados por Manta, perdimos el primer puesto. ¿Y cuál es el concurso? se preguntarán, el de la “ciudad más costosa del país”. Claro que la diferencia es mínima, por una cabeza como dicen los aficionados a la carrera de caballos.

Al considerar la Canasta Básica Familiar que mide el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), a mayo de 2019, el costo es 735,71 en Manta y 735,65 en Loja, la diferencia, apenas 7 décimas, sin embargo, ya no podremos decir que Loja es única, si la única más cara del país. Pero ¿pasa algo? No, no pasa nada porque sus habitantes seguimos hinchados de conformismo y los responsables mirando a otro lado.

¿Por qué la más cara? Ahora dirán que es culpa del calentamiento global o porque aquí se agachan los Andes. Analistas estiman que la baja producción, es el motivo principal para el alza en el costo de la canasta familiar, particularmente en dos rubros: alimentos y bebidas e indumentaria, rubros que son adquiridos en otros centros de producción nacional. La ubicación geográfica, las distancias, el transporte, la intermediación, hacen más caro el producto. Sume la migración rural que ha duplicado la población de la ciudad, produciendo un desfase porque la demanda supera la oferta.

¿Culpables? Los que con dentadura y todo sin miedo a que se les “chamusque” la lengua, andan vendiendo la idea de que están triangulando nuestras esperanzas, con producción, vías y riego, cuando la verdad es otra. Pero, hay que animarlos para que comiencen a unificar criterios sobre proyectos de desarrollo, a cimentar acciones para progresar. Está bien que propongamos a Loja como “ciudad creativa de la música”, y ¿cuándo proponemos la siembra, la cosecha, la producción de la riqueza?, allá donde el “chazo” o el campesino agricultor, sediento de estímulos, sigue arañando la árida tierra que la trabaja con religioso entusiasmo. Es hora de proponer que la palabra futuro no pierda su contenido, para que Loja sea una feraz región, exuberante y agrícola. (O)