Café sin amargura

Gabriel U. García T.

Las redes sociales son espacios interesantes. Uno puede ver y aprender mucho. Esta semana, en algún tuit, destacaban el servicio y calidad de la cafetería de una estación de servicio en el norte del país. Lo que me llamó la atención es que, en una de las perchas, se ofrecía café de Loja.

En efecto, tenemos café de excelente calidad. Los caficultores lojanos han ganado varias distinciones a nivel nacional e internacional; exportan rubros importantes y, conjuntamente, con las autoridades provinciales, trabajan en tener una denominación de origen. Esto es muy importante porque se empieza usar el nombre de Loja en ciertos productos que no son de origen lojano, ni tienen la calidad de los frutos que se obtienen en esta tierra.

Defender y posicionar nuestra marca es, sin duda, una tarea importante y urgente.

Pero, también, está el otro lado de la moneda. La realidad del caficultor es muy dura. Luego de un enorme esfuerzo no se consigue bienestar familiar. Cuando usted visita Airo, un pequeño poblado en el cantón Espíndola, o San Antonio de las Aradas, parroquia del cantón Quilanga, ve como las matas de la aromática planta crecen igual que la pobreza de la gente. El productor no es el beneficiario. El intermediario lleva los réditos.

Lo mismo pasa con los agricultores de Puyango. Ellos vienen luchando, desde hace algunos años, por la creación del Banco Cafetero, una institución que se especialice en créditos con tasas preferenciales, asistencia y promoción de comercio justo. Este esfuerzo debería ser apoyado por nuestros representantes. Gran parte del futuro agrícola de Loja pasará por la producción de café.

Se estima que, actualmente, en la provincia hay cerca de dos mil seiscientos productores. Ojalá este número siga creciendo, pero en mejores condiciones.

Es momento de apoyar tanto la iniciativa para tener una denominación de origen como la de la creación de un Banco del Café. Son dos elementos importantes en el desarrollo de este sector.

A lo mejor, es el camino para que lo único amargo sea el sabor de un buen café recién filtrado y no la vida de nuestros caficultores. (O)

@gulpianoga