Juliana Campoverde

Julio es un mes que la familia de Juliana jamás olvidará. Desde hace siete años, este mes tiene para ellos muchos nombres: desaparición, dolor, pérdida, rabia, impotencia. Al final de este julio, sin embargo, el caso de Juliana Campoverde podría tener un nuevo nombre: justicia.

Ojalá que en el juicio por la desaparición de esta joven quiteña, que hoy se instala y durará todo el mes, brille la verdad, cualquiera que sea, y que haya luz, después de todo.

Lo que se sabe hasta ahora: Juliana tenía 18 años cuando desapareció. Desde los 9 asistía a la iglesia evangélica Oasis de Esperanza y desde entonces debía consultar cualquier decisión con sus líderes religiosos. El pastor Jonathan Carrillo le dijo que había tenido una ‘revelación’ de Dios y que debía casarse con su hermano. Ella no quiso y comenzó a alejarse de la iglesia. Carrillo es el principal sospechoso. En noviembre del año pasado, con los argumentos presentados por la Fiscalía, el pastor confesó que Juliana murió en sus manos y que luego arrojó el cuerpo a una quebrada.

En este julio pasarán ante el tribunal 400 testigos y se juzgará a Carrillo por el delito de secuestro extorsivo con resultado de muerte. Queda esperar que todos los criterios que guíen las decisiones sean legales y no religiosos, de análisis sesudo y no de dogmas de fe.

Es una brillante oportunidad para que la gente recupere la confianza en la justicia, en los tribunales, que por tanto tiempo fueron puestos a las órdenes de quien ostentó el poder. ¡Que se haga justicia y que haya verdad!


La justicia, aunque anda cojeando, rara vez deja de alcanzar al criminal en su carrera”. Horacio Poeta italiano, (65 a.C. – 8 a.C.)La absolución del culpable es la condena del juez”. Publio Siro Escritor latino, (85 a.C. – 43 a.C.)