A la cola…

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO

El comentario del día de hoy no está basado en lo que frecuentemente se oye en las filas de cualquier tipo, cuando algún vivo quiere pasarse y no respetar las reglas no escritas, sino más bien en aquella expresión peyorativa cuando se trata de describir o de definir una realidad determinada, en la que por comparación, decimos que alguien está al final, a la cola de algo.

En este caso, la referencia viene dada por una serie de preocupaciones que albergamos los latinoamericanos, de estar ubicados a la cola de los países del mundo. Esta aseveración está basada en los resultados que, de manera sostenida, tienen varios países asiáticos, que alguna vez fueron considerados como conflictivos, pero que ahora se enrumban por la vía del progreso.

Entre esos países tiene un lugar muy especial la República Popular China, que tiene las dimensiones colosales de un continente, pero que deslumbra con su desarrollo, la tecnología, las construcciones sin parar, inclusive cuando se habla de la desaceleración mundial.

África -desgarrada por luchas intestinas, algunas de ellas tribales, escenario de fanatismos- trata de salir adelante con algunas economías pujantes y otras que avanzan decididas hacia la generalización de la educación de calidad, a la inversión de cuantiosos recursos que ayuden a cerrar la brecha, por lo que aparece, dentro de sus propias circunstancias, como un continente de esperanzas.

Qué pasa con la América Latina, un continente que tiene tanto para ofrecer, que cuenta a su haber inclusive con lenguas comunes o muy próximas como el español y el portugués, pero que no atinan a enrumbarse de forma visible por el camino del progreso. Continúan las asimetrías, los populismos trazan caminos que se vuelven en círculos viciosos como parte de un cuento de nunca acabar.

[email protected]