Cleptómanos

Freddy Rodríguez

Según los expertos penalistas, la sustitución de la medida cautelar de prisión preventiva por arresto domiciliario, solamente se justifica por tres motivos: (i) tener más de 65 años; (ii) sufrir de una enfermedad catastrófica; y, (iii) el embarazo. Revisada la biografía del tristemente célebre consiglieri Alexis, se advierte la lozanía en su rostro, por lo que es obvio que aún no llega a la tercera edad y, además de la catástrofe que significa ser correísta fanático, no se conoce que, a Dios gracias, padezca de otra enfermedad catastrófica, por lo que seguramente los jueces que dispusieron que vuelva a su hogar a cumplir cómodamente con su arresto, le practicaron la prueba de la orina, y descubrieron su embarazo, que constituye un complemento al matrimonio igualitario, y se convertiría en el primero en acceder al embarazo igualitario. Todo es posible, más aún tratándose del ejecutor de la metida de mano a la justicia. Esta noticia de la semana pasada, se complementa con la última primicia de la década cleptómana: no contentos con recibir coimas (acuerdos entre privados, según la jerga del capo), los preclaros revolucionarios recibieron enormes cantidades de dinero para financiar sus pomposas y atosigantes campañas electorales y, como la diversión es parte ineludible de la vida, necesaria para soportar los avatares de horas y horas de sacrificada labor por esta patria altiva y soberana, utilizaron esos recursos para, cómo no, festejar los onomásticos del ex jefe de todos los jefes y de uno de sus lugartenientes. ¿Se los puede criticar por eso? Por supuesto que no, si el dinero provenía de la empresa privada, y lo único que hicieron fue corresponder a esa generosidad adjudicándoles contratos por lo cuales, con todo derecho, los aportantes recuperaban sus inversiones construyendo carreteras, escuelas del milenio, hidroelécricas, universidades del Yachay que, aunque la mayoría de ellas ineficientes, sirvieron para que la camorra siga gozando de las mieles del poder total, refundando el país que había sido devastado por la larga noche neoliberal. Después del gusto viene el susto, pero está claro que nadie les quitará lo bailado.