Fuera Moreno fuera

Pablo Ruiz A.

El gobierno empezó con muchas expectativas. Vestido de verde se levantó con el discurso progresista, de diálogo nacional, patriótico por así decirlo. Impulsado por alianza llegó a la presidencia. El imperialismo y las élites de poder locales iniciaron con eficacia su acción para deformar el proyecto político. Al final del día, tenía dos opciones: someterse a la derecha de este país o defender su proyecto político por el cual la ciudadanía le había apoyado. Tomó el primer camino.

Estableció relaciones con EE.UU., por encima de defender la soberanía, súbditamente se podría decir. Parte del partido que lo llevó al triunfó se declaró opositor. Se resguardó en nuevos pactos con la derecha, sobre todo con el PSC. Firmó, la carta de intención con el FMI, y con su ministro de derechas, ella pasó a ser el plan del gobierno. Ordenó el aumento en el precio de los combustibles, provocando el alza inmediata del costo de la canasta familiar y el rechazo de la ciudadanía. En el plan de su pacto con la derecha, defendió los intereses de los ricos, sobre todo del más rico del Ecuador para tener el apoyo de su partido. Los escándalos de corrupción sobre su gobierno también estuvieron y por supuesto su gabinete cambiaba por ello constantemente. Las élites se declararon opositoras al final y vieron su ventana de oportunidad, convocaron a marchas, disfrazadas de ser ciudadanas, pero tras ellas, estaba el anhelo en las siguientes elecciones, utilizaron los medios de comunicación para trastocar lo poco que quedaba de institucionalidad y conmocionar más al país. Al final, forajidos ciudadanos se liberaron parcialmente de los intereses de arriba y lo derrocaron a aquel. ¿Se le hace parecido al presente? Claro que sí, parecería la presidencia de Moreno y su futuro.

Sin embargo, esta es una muy breve historia de la caída de Gutiérrez, porque creo como Alfredo Pareja Diezcanseco que “la historia no está hecha para contarla sino para interpretarla” y por ello, debemos estudiarla.

Luego de los forajidos, finalmente el movimiento ciudadano no tuvo representatividad, las élites se quedaron fijas, Palacio tomó el poder. La opinión pública requería un mesías-al fin y al cabo, a esto estamos acostumbrados- pues es más fácil que nos digan qué hacer y apuntar responsabilidades que asumir nuestro papel cívico para construir. Un joven ministro de economía que luego sería presidente apareció. Casi 15 años más tarde estamos aquí. En una historia no exactamente igual, pero que se puede con símiles analizar.

Por ello, es necesario identificar los intereses políticos que están detrás tanto del gobierno para tomar las medidas antipopulares que ejerce como de quienes están organizando las contramarchas, y que ahora también son los “notables” que quieren re-institucionalizar el país. Identificar como podemos tomarnos lo público sin estar ciegos de partidismo, ni estar ciegos para no reconocer los espacios públicos que deben ser politizados. Identificar que un presidente puede ser destituido, que podemos querer otro mesías, que no asumimos el papel tal vez que nos corresponde, que nos encanta repetir la historia, y que podemos tener forajidos también solo de nombre. Por cierto, de estos últimos, algunos de ellos, que criticaron a Gutiérrez, toman ahora las mismas decisiones por las cuales salieron a las calles en contra, pero en el gobierno de Moreno. Dato curioso y parte de la incoherencia política.

Con nuestra historia política y la falta de responsabilidad individual frente a lo político, pensar es un reto y accionar pensando, un desafío. Ambos deben ser asumidos de abajo hacia arriba, caso contrario estaremos leyendo lo mismo 15 años después. (O)