‘El proyecto de la bruja de Blair’, un bodrio efectivo

PROTAGONISTA. Heather Donahue es la principal participante y sus diálogos se simplifican en gritos.
PROTAGONISTA. Heather Donahue es la principal participante y sus diálogos se simplifican en gritos.

DAVID ALMEIDA GARCÍA

¿‘El proyecto de la bruja de Blair’ parió una nueva generación cinéfila? Podríamos decir que sí, porque es un ‘horror millennial’ a la medida de los chicos que han nacido desde la segunda mitad de la última década del siglo XX, en adelante.

Además, los cinéfilos puristas calificaron a esta propuesta, escrita y dirigida por Daniel Myrick y Eduardo Sánchez como ‘algo’. O sea, no era exactamente una película, sino un ‘producto audivisual’ que se aleja completamente del lenguaje cinematográfico, y que cae en un ‘registra lo que sea’ para crear algo que nos asuste. Y el resultado caótico fue un ‘susto real’, porque además hubo un plan de marketing previo a su estreno, el 16 de julio de 1999, con el estratagema de ‘hechos ocurridos en la vida real’.

Y precisamente ese caos de poner cámara al hombro, sin guion, sin musicalización, sin filtros y una mínima composición de imagen causaron revuelo, pues se supone que era un ‘material encontrado’ con imágenes ‘de los últimos días’ de un equipo de estudiantes universitarios que se introdujo en un bosque de Maryland (EE.UU.).

TERROR. Un grupo de universitarios se internan en un bosque, lo que causa mucho miedo.
TERROR. Un grupo de universitarios se internan en un bosque, lo que causa mucho miedo.

‘Metraje encontrado’
Como hemos dicho anteriormente, esto no es una película, aunque se supone que nos cuenta que el 21 de octubre de 1994, Heather Donahue, Joshua Leonard y Michael Williams entraron en un bosque de Maryland para rodar un documental sobre una leyenda local, ‘La bruja de Blair’. No se volvió a saber de ellos. Un año después, fue encontrada la cámara con la que rodaron y mostraba los terroríficos hechos que dieron lugar a su desaparición.

Lo que hicieron Myrick y Sánchez, por cierto, no fue algo nuevo. En 1980, el cineasta italiano Ruggero Deodato estrenó ‘Holocausto caníbal’, en la que cuatro jóvenes documentalistas se adentran en la selva amazónica a averiguar qué ocurrió con dos periodistas, quienes investigaban sobre tribus que aún practicaban el canibalismo. El caso es que un grupo de rescate halla la cámara y encuentran el material filmado sobre su terrible fin.

Este tipo de películas es conocido como ‘falso documental’ o ‘metraje encontrado’ y se trata de un recurso cinematográfico que, con los años, llegó a llamarse subgénero cinematográfico, el mismo que, a partir del estreno de ‘El proyecto de la bruja de Blair’, resucitó.

Es que después de este filme vinieron un sinúmero de propuestas parecidas, unas mejores que otras, que nos asustaron. Aunque, con el tiempo, se volvieron tan recurrentes, que cayeron en ‘más de lo mismo’ (ver recuadro).

REGISTRO. Un joven graba lo que sea para crear un documental. Al final, registran sus muertes en video.
REGISTRO. Un joven graba lo que sea para crear un documental. Al final, registran sus muertes en video.

Un fenómeno
Cuando se estrenó la película, muchos pensaron que era algo nuevo, innovador y muy interesante. No recordaron la propuesta de Deodato (salvo unos pocos). No obstante, ‘La bruja de Blair’ llegó a las pantallas en un momento muy interesante, de cambio en las comunicaciones y el consumo de la información a través de Internet.

EL DATO
Tuvo algunos reconocimientos, como el Premio John Cassavetes, de los Independent Spirit, en 1999.Con Internet ya se difumina la línea que separa el séptimo arte (como expresión artística y creadora), el video y la imagen como instrumento al servicio de nuestras vidas cotidianas. Ahí radica gran parte de su interés, como adelanto y expresión contemporánea de lo que en apenas unos años sería una revolución digital descomunal liderada por YouTube (2005) y, después, por las redes sociales.

Ahora, cuando todos tenemos dispositivos que registran imágenes, esa propuesta de ‘falso documental’ se vuelve más actual que nunca, pues cualquiera de nosotros podemos sacar nuestro teléfono inteligente y grabar lo que sea, para reproducirlo inmediatamente a través de redes sociales, sin el más mínimo toque estético.

Lo malo es que nos hemos acostumbrado a eso. A que un video sea feo, pero que cause efecto porque es ‘de la vida real’.

Sacar petróleo de una baldosa
Todas las taquillas del planeta reaccionaron favorablemente ante esta ‘cosa’. La campaña previa en Internet, el eco que hicieron los medios de comunicación e, incluso la reproducción de leyendas urbanas, hicieron que la ‘Bruja de Blair’ fuese un fenómeno en las carteleras.

EL DATO
La cámara de Josh en la película fue rematada en 10.000 dólares, a través de eBay una vez concluido el rodaje.Se hizo de la nada. Es decir, solo se utilizó la imaginación. Costó algo más de 20 mil dólares y recaudó, solo en Estados Unidos, más de 140 millones.

Sacar una cámara, conseguir algunos ‘actores’, explotar una leyenda local y venderla como algo ‘real’ funcionó con unos pocos ‘centavos’ para ganar millones. Eso es ‘sacarle petróleo a una baldosa’, como dijo en su momento el diarío español El País.

Eso también la hizo una ‘película’ revolucionaria, con un toque ‘auténtico’, gracias a ese aire de ‘documental’.

Falso documental
Algunas cintas de terror

° ‘La última película de terror’ (2003), dirigida por Julian Richards.
° ‘La maldición’ (2005), de Koji Shiraishi.
° ‘A solas con ella’ (2006), de Eric Nicholas.
° ‘(REC)’ (2007), de Jaume Balagueró y Paco Plaza.
° ‘Actividad paranormal’ (2007), de Oren Peli.
° ‘El diario de los muertos’ (2007), de George A. Romero.
° ‘Recuerdos perversos’ (2007), de John Erick Dowdle.
° ‘Cloverfield’ (2008), de Matt Reeves.
° ‘Evil Things’ (2009), de Dominic Perez.
° ‘El último exorcismo’ (2010), de Daniel Stamm.
° ‘Trollhunter’ (2010), de André Ovredal.
° ‘Encuentros paranormales’ (2011), de The Vicious Brothers.
° ‘VHS’ (2012), de Adam Wingard, David Bruckner, Ti West, Glenn McQuaid, Joe Swanberg, y Radio Silence.