Investigación del pasado para el porvenir

EDGAR QUIÑONES SEVILLA

El domingo 13 pasado en un diario nacional se difundió la opinión de un historiador ecuatoriano, quien insiste en dudar de lo manifestado por el padre jesuita Juan de Velasco, quien, en 1789, publica en Italia su obra sobre el Reino de Quito y otros análisis científicos de la flora y la fauna del territorio que ahora es Ecuador y que antes fue la Real Audiencia de Quito. Si en 1616 Garcilazo de la Vega, el Inca, ya escribió sobre el particular, habría que averiguar quién no está diciendo.

Sobre otro asunto histórico que atañe a Esmeraldas, en un artículo de mi responsabilidad, decíamos la semana anterior que la escuela Esmeraldas fue la primera que se fundara en esta provincia en mayo de 1858, por gestiones del gobernador Juan José Franco y Malo, quien se desempeñó en el cargo entre 1857 y 1859, y que en 1897 se dividió el plantel en dos: uno de varones, que se llamó Juan Montalvo y otro de niñas, bautizado como Hispano América, opinión que la fundamentamos en lo editado en la Gaceta Oficial ‘6 de Marzo’, que se publicaba en homenaje a la Revolución Marcista de 1845, que por error tipográfico se escribió ‘marxista’, como la de Carlos Marx, por lo cual expresamos disculpas a nuestros lectores.

Siguiendo con lo relativo al reino de Quito, si el Inca Garcilazo, descendiente de la realeza incaica, escribió su obra 173 años antes que el riobambeño Velasco, fácil es comprender que aquel no le copió a este y sí pudo haber ocurrido al revés. No es nuevo el criterio de desconocer hechos del pasado de los habitantes de nuestro territorio y de acciones negativas contra los pueblos del actual Ecuador. Me tocó visitar la morada de los Dioses del Olimpo de la antigua Grecia, el Partenón, en 1982, y luego de un reconocimiento del singular lugar, algunos de los periodistas de todo el planeta que allí habíamos ido a un Congreso de la clase, expusimos realidades de nuestras naciones.

Cuando le referí a la experta guía, profesora de la Universidad de Atenas, que en el santuario de la Cultura Chibcha-Tolita de Esmeraldas, Ecuador, los orfebres eran muy hábiles en el manejo del oro y el platino, se quedó muy sorprendida de que se fundiera el segundo sin contar con alto horno, pues, se requieren 1.500 grados centígrados de temperatura para esta operación y porqué no habíamos hecho conocer al mundo tal conocimiento extraordinario. No tuve respuesta acertada para la inquietud de la docta educadora.

Con estos dos ejemplos, muchos de los conocedores de la realidad nacional, han llegado a la conclusión de que la educación del Estado debe revisar su currículum y transformar la enseñanza-aprendizaje para descubrir muchos hechos del pasado, que servirían para

mejorar el presente y planificar un futuro superior.