Petróleo amargo

Eduardo F. Naranjo C.

Pasamos de la riqueza agrícola a la extracción minera cuando, en el pozo Lago Agrio, Texaco confirmó yacimientos de oro negro. En 1972 se creó la empresa petrolera CEPE, luego Petroecuador. La estrategia era buena, enviaron a numerosos jóvenes a calificarse en el exterior y se compró las acciones que Gulf, tenía en consorcio con Texaco para la explotación de los yacimientos amazónicos, convirtiéndose en socio mayoritario.

Asumió la vieja refinería en Libertad, operada por Anglo. CEPE comenzó a desarrollar operaciones y construyó la refinería de Esmeraldas, las cosas comenzaron a caminar bien, pero llegó la ambición de los corsarios del puerto que querían la gerencia de la empresa.

La mayoría de veces hubo administradores que no sabían ostia, que a su vez llenaron la nómina con gente de toda calaña. Decepcionados los mejores técnicos fueron migrando a empresas internacionales que ofrecían excelentes condiciones, no comparables con la estatal que pese a ser altos y envidiables para el resto, eran muy inferiores.

Así fraguó la tragedia, pese a que Borja dictó la Ley para el sector y que con un buen gerente las cosas mejoraron sustancialmente, pero las presiones para nombrar a tal o cual en puestos claves fue in crescendo, hasta llegar a poner analfabetos frente a una industria altamente técnica.

La ley entre otras cosas, daba autonomía financiera a la empresa, que para su operación requería grandes capitales, se envió un nuevo contingente de técnicos a especializarse en el exterior, pero de nada sirvió, la voraz política quería más y más del petróleo, enrumbando a la industria nacional al camino del fracaso, sin embargo, gente honesta y de convicción sacó cientos de veces al país de los apuros propiciados como siempre, por la política y la corrupción.

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