La naturaleza

Freddy Rodríguez García

Nada hay más placentero, que pasar unos días de vacaciones en las hermosas playas ecuatorianas. Sentir el calor en el ambiente, la brisa marina, disfrutar de días de sol con un paisaje inigualable, deleitarnos con la sazón de la variada comida costeña, y estrechar los lazos de amor con la familia, indudablemente que reconforta el espíritu, y nos revitaliza para luego volver a la cotidianidad, al duro trajinar.

Ese deleite se ensombrece, cuando vemos que en nuestras playas y en sus alrededores muchas personas dejan desperdicios por todo lado, que afean el ambiente, y que, además, constituye un atentado a la ecología. Cualquier desperdicio que se deja en la playa, es una falta de respeto contra la naturaleza y contra las personas que tenemos derecho a disfrutar en un espacio limpio y agradable, pero la situación se agrava, y toma tintes dramáticos, cuando esos desperdicios y esa basura la conforman botellas, tapas, recipientes hechos de materiales que no son biodegradables, como por ejemplo plástico o vidrio. Hemos visto, con tristeza, en muchas ocasiones que a la orilla del mar, aquí y en otras partes del mundo, yacen agonizando o ya sin vida hermosos ejemplares marinos, como ballenas, defines, tiburones, tortugas o pequeños peces, atragantados con una botella, una tapa, una funda de plástico.

En un complejo turístico, cerca de Same, por donde estuve hace unos días, pude advertir que existían tachos para depositar la basura, pero la falta de sensibilidad y de respeto de muchos turistas, o quizá la pereza, hace que algunas personas dejen los desperdicios regados en la arena, y las corrientes marinas los arrastran hasta el mar, con las terribles consecuencias que aquello representa.

Urge que hagamos conciencia, y que evitemos ocupar artículos de plástico de un solo uso, que pensemos que este planeta nos pertenece a todos, y si acudimos a un lugar turístico, ya sea en las playas, montañas, lagos, ríos, valles, pueblos o ciudades, llevemos un bolso o cualquier otro recipiente que nos permita recolectar los desperdicios y la basura, para así proteger a la madre naturaleza y poder seguir gozando de su belleza. No es muy difícil.