Calavera viajera

Kléber Mantilla Cisneros

Ningún hueso de la institucionalidad del Estado ecuatoriano luce xenofóbico, pero el problemilla es que no hay cerebro capaz de remediar los efectos de esas políticas correístas entorno al esqueleto judicial de impunidad, la ceguera ante las coimas en los procesos electorales y no limitar la absurda movilidad humana por lustros. Erróneas acciones que abrieron el puerto de entrada al terrorismo islámico, el narcotráfico internacional en escalada -con sus lavanderías-, acumular centenas de municipalidades y prefecturas ineficientes; y, silenciar el traslado de toda la pobreza masiva venezolana.

El caos carcelario calibra la realidad delictiva en las ciudades. Los amotinamientos y fugas en prisiones reflejan la no justicia de un sistema de leyes desfasadas, donde el arrinconamiento a los vendedores callejeros es una causa y no la consecuencia. La gente que llega sin rostro está en tránsito al hacinamiento en celdas y cárceles sin agua. Un hueso difícil de roer la migración y peor ante esos engorrosos anuncios de desalojo de extranjeros como en Otavalo y Peguche, en Imbabura.

Tal vez, la hora de regular visas, impulsar tributos para la residencia permanente y devolver a los presos extranjeros a sus países de origen. Los casos de justicia por mano propia se repetirán mientras no se fijen alternativas a la llegada de gente anónima, la expansión de la criminalidad sin datos y el vacío universal de políticas educativas enfocadas a la crudeza de convivir en un ‘alter’ programado, es decir, con el otro, el de fuera.

¿Hasta cuándo soportar este sistema de impunidad dominante y omnímodo? ¿Qué pasó con la tal ‘cirugía’ contra corruptos del Gobierno si los pillos deambulan por fuera y por dentro en sus narices? ¿No es hora de evaluar a la universidad en su contexto, tratar su autonomía, botar al tacho esa Ley de Educación diseñada para mediocrizar más la nula ciencia y tecnología; y, constatar el desempeño intelectual, desde abogados a jueces, hasta médicos a artesanos?

¿Por qué la organización civil tiene que ser la encargada de eliminar o debatir tanta ley nefasta como el torpe e ineficiente ‘impuesto verde’ o la pensión de alimentos en extorsión o convivir en competencia por un empleo digno ante millares de forasteros? ¿Quién tiene que reclamar por las jubilaciones en monedas y no con pagos en papeles abstractos? ¿Quién mismo tiene que reclamar las 200 millas marinas que fueron usurpadas durante la dictadura del correato?

[email protected]
@klebermantillac