Tiro a los pies

Con buenas intenciones -de las que está empedrado el infierno- el Comité de Institucionalización ha emprendido la tarea de lograr una consulta popular para que el pueblo conteste: Si quiere que desaparezca el Consejo de Participación Ciudadana (1) y (2) Si quiere que se establezca una Asamblea bicameral ( senadores y representantes).

A la primera, luego de los largos y correspondientes trámites, dirá que sí; a la segunda, los entusiasmados únicamente serán los correístas y los que creen que la felicidad de los países se hace con huérfanas reformas a la Constitución, y no con una agenda política consensuada y una reforma constitucional integral.

La campaña para recoger firmas para la consulta será difícil, larga y tediosa, pues la segunda pregunta es engorrosa para el pueblo sencillo. El único que se hará conocer en el país será el doctor Pablo Dávila, lo cual no está mal si solo pretende que la consulta tenga éxito.

Las preguntas ya están sometidas a la Corte Constitucional, donde habrá un debate a fondo, pues la propuesta Cámara del Senado deberá exigir para sus integrantes más requisitos que los constantes para los miembros de la Cámara Baja (solo el término “Baja” los herirá, pues son muy susceptibles los políticos), lo que dará lugar a la objeción de que existiría una “restricción de derechos”, cuando hoy todo parece que es “igualitario”.

Desde un punto de vista práctico todo el proceso llevará más de un año, cuando ya estarán convocadas elecciones en el año 2021 para las más altas autoridades. Resulta que en vez de preocuparnos de la economía, la falta de empleo, de la flexibilización laboral, viviremos convenciendo a los jueces constitucionales, recogiendo firmas, arengando al pueblo; en eternas elecciones.

La propuesta tiene muchas debilidades jurídicas y políticas, puede frustrarse, o sea un disparo en los pies para los ilustres proponentes. Lo inacabado es nada, decían los latinos. Empezar tampoco es mucho. Y a la tal Cámara del Senado irían docenas de patriarcas correístas y tal vez el doctor Dávila y sus fieles compañeros de ruta, si les dejan. Solo el fin corona la obra.

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