De cero a 10

Jaime A. Guzmán R.

Unos de las grandes creaciones de la humanidad han sido y serán las normas, reglas muy sustanciales para nuestra convivencia.

En nuestro quehacer diario tenemos normas sociales, morales, éticas, religiosas y legales, que nos imponen un determinado modo de obrar o de abstenernos. Pero lamentablemente a muchas de ellas, con las excepciones de rigor, las trasgredimos y por esa razón muchos caminan con problemas legales y morales gravísimos.

En esta época de crisis que vivimos, la inobservancia a los reglamentos, estatutos, leyes y principios se han incrementado en forma alarmante y están provocando grandes fisuras en la estructura social y una justificada indignación en amplios sectores sociales de nuestro país que, sin exageraciones, la ha calificado como la problemática más acuciante de los últimos tiempos.

La incapacidad para enfrentar este fenómeno, es una herencia del pasado. Por eso es fundamental crear nuevas estrategias que nos ayuden a solucionar el problema.

En este sentido, las organizaciones sociales han expresado en forma uniforme la necesidad de reestructurar el sistema educacional, implementando una nueva metodología que permitan enseñar a los niños a dialogar, para que entiendan el valor de las reglas. También instruyendo a los educandos para que aprendan a crear normas que coadyuven a la convivencia. Igual que los padres y educadores demos ejemplo de acatamiento. Finalmente, socializando las normas, para que puedan entender por qué fueron legisladas; y, claro ampliando sanciones a los que no las acaten.

Creo que este es el camino, precisamente porque la educación “enriquece la cultura, el espíritu, los valores y todo aquello que nos caracteriza como seres humanos”. (O)