La protesta no puede quedarse sólo en las redes digitales

Hernán Yaguana Romero

Nadie duda de las excepcionales ventajas, satisfacciones y placeres que nos han traído las nuevas tecnologías informáticas, el Internet y toda la gama de redes sociales digitales existentes. Nuestros antepasados jamás hubieran imaginado que con unos y ceros se construiría un lenguaje universal muy diferente, donde las simulaciones jugarían un papel muy importante, pero que aún no reemplazan, en muchos aspectos, a las acciones de épocas pasadas.

Voy a tomar el ejemplo de las manifestaciones públicas: hace poco tiempo las personas, cuando existía una anomalía social, lo que hacían era pronunciar su descontento expresándose físicamente, se agrupaban en lugares puntuales desde los cuales, con pancartas, alegorías o a viva voz reclamaban. Hoy en día, gracias a los inminentes medios de comunicación digitales, igual reclaman, se enojan, se exaltan e incomodan, pero lo hacen únicamente desde su propio espacio; desfogan lo que sienten; lamentablemente todo termina allí.

La agrupación y la fuerza que tomaría la protesta física se diluye en medio de una marea de mensajes jerarquizados, encasillados en los caracteres de las redes sociales. Esa falta de agrupación personal nos está condicionando a ser simples espectadores, leves críticos de nuestra realidad. La sociedad requiere de movimientos sociales donde se levante la voz, donde se sienta la presencia unificada de hombres y mujeres manifestándose. La protesta no puede diluirse en medio de comentarios digitales.

Las redes digitales deben ser sólo un instrumento para la convocatoria o la toma de conciencia, el resto de acciones deben venir desde la agrupación social. Las redes digitales no sustituyen a la voz ciudadana. (O)

[email protected]