La mejor comunicación

MA. ALEJANDRA SALAZAR MURRIETA

En alguna ocasión encontré una carta escrita por el año 1920, en ella y en sus trazos se podía leer claramente el cansancio del firmante, sin embargo, pese a aquel estado, no se permitió jamás exponer una queja que pudiese hacer sufrir al receptor de su letanía. En ella, en su carta, trataba o intentaba mantener un vínculo a pesar de su lejanía, uniendo, a través de sus letras, el sentimiento y la distancia.

Actualmente y gracias al uso de los correos electrónicos y de las redes sociales, tenemos la oportunidad de mantenernos unidos a pesar de la distancia con grandes amigos y muchos familiares, aunque posiblemente por esa facilidad de comunicación, ese cuidado que se tuvo en alguna ocasión al enviar una carta escrita a mano, ya no se tiene. Ahora son saludos sin despedidas, frases cortas incluso acompañadas de algún emoticón que describe el sentimiento del momento.

Puede ser que muchos de la nueva generación, nunca tengan la oportunidad de recibir una carta escrita a mano y no entiendan el porqué del cuidado que se tenía al escribirla, no solo por el hecho de que este mensaje tardaría en llegar a su destino, sino también porque de haber un error, se debía empezarla nuevamente.

No vamos a regresar al pasado y enviar cartas a mano nuevamente, pero no por ello, no vamos a descuidar los detalles en nuestra forma de comunicarnos. No debemos permitirnos aquella vaguedad de dejar una conversación inconclusa, un saludo sin respuesta.

Escribir un correo electrónico con la misma emoción y candidez de aquel que intenta dibujar en palabras sus sentimientos. Ser prolijos, para que no queden detalles sin contar, priorizando siempre el respeto y la atención.

De la misma forma al usar una red social, recordando siempre el porqué de su nombre, siendo sociales y elocuentes y no permitiéndonos que la informalidad arruinen nuestra personalidad, y tiren por la borda años de educación.

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