Hasta que surge la pregunta… ¿cómo criar a los hijos?

Talía Guerrero Aguirre

Cuando llega a un hogar la noticia con la bendición de que seremos padres, una vez superado el shock, son relativamente sencillos los siguientes pasos a seguir: escoger el médico para que nos cuide en el embarazo, cambiar algunos hábitos, adecuar el espacio donde recibiremos al bebe y seguir con una lista de cosas para no olvidarnos, que cada vez se hace más larga; sin embargo, cuando llega el momento en que se hace realidad la magia de tenerlo en los brazos por primera vez, el mundo se detiene por completo y todo se queda en blanco, para dar paso a vivencias insospechadas, como el percibir la inmensa ternura en la voz de la abuela materna, sugiriendo la mejor forma de bañarlo o envolverlo y por otro lado una amorosa tía aconsejándonos cómo debe dormir o nosotras como madres mirándolos incansablemente una y otra vez, pensando siempre que es el bebe mas hermoso del mundo y así transcurren los días e increíblemente ese maravilloso instinto bien guardado y que dudamos tener, surge espontáneamente a cada minuto, con el único objetivo de protegerlo y ser los mejores padres o más bien los super héroes, para ellos.

En realidad, creo que la crianza de los hijos se convierte en un aprendizaje diario para los padres más que para los niños, ya que por experiencia pensaría que quienes llegan a enseñarnos son esos pequeñitos, con la lógica consideración de que cada familia es única, que se adapta y adopta el método o tradición que estima conveniente dada sus circunstancias para lograr su bienestar; concluyendo en que no hay un estilo definido de crianza, porque en la práctica cada realidad es diferente a la otra, lo que convierte la experiencia de ser padres en un gran desafío, que puede ser confirmar por todos aquellos primerizos que llenaron sus libreros de enciclopedias o guías infalibles y para que entendamos como adultos el error de comparar, criticar o juzgar cómo lo hace esta o aquella familia, evitando hacer comentarios que no aporten para una buena convivencia. (O)