¿Regreso a la democracia: 40 años después?

Mayra Aguirre Robayo

La llegada de Jaime Roldós a Carondelet fue como una bocanada de oxígeno luego de las dictaduras militares de los 70. Su Carta de Conducta de los Derechos Humanos -es parte de la estructura de la Naciones Unidas- y la expulsión del Instituto Lingüístico de Verano marcaron el cambio de brújula a nivel regional.

Los espejismos petroleros de los 70 y de la anterior década no han significado cambios cualitativos en el punteo del producto interno bruto que reconfigure mayor equidad en lo económico. Las tasas de desempleo y subempleo continúan de viento en popa.

Catorce presidentes gobernaron el Ecuador; tres fueron derrocados y la democracia como sistema más cómodo para generar equilibrio de poderes, desarrollo del agro, elevar los niveles de bienestar de la población, aún está alejada de lo cotidiano de los ciudadanos.

El petróleo continúa siendo la caja chica del presupuesto ecuatoriano. Sin embargo, el país no es uno de los polos desarrollados. El conflicto en las cárceles es un indicador pavoroso de la falta de políticas públicas de eliminación de la pobreza. Un estudio (2000-2018) de los docentes de la UTE: Nelson García y Ximena Tobar considera que la construcción se ubicó entre seis de los dieciocho sectores económicos que más han aportado al PIB Nacional en términos reales después del petróleo y las minas.

Los partidos políticos no han fortalecido la amplia participación. La inestabilidad ha sido un vía crucis. El nuevo Código de la Democracia dota a los ciudadanos de a pie interés por comprender el devenir de los tiempos y la importancia del voto consciente. En el correísmo, el Estado de Propaganda impregnó insensibilidad: la corrupción convirtió al Ecuador en un país desacreditado. Si bien, hubo estabilidad económica la afección a las libertades fue un talón de Aquiles. La Corte Constitucional, la Contraloría y la Fiscalía muestran grados de institucionalidad. La etapa de transición del Presidente Lenín Moreno es mediocre. Se piensa contratar otra vez a Odebrecht. A pesar, de las afectaciones económicas y morales que ha lacerado al país.

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